Entrega de los Premios Pimec. / Manu Mitru
El martes, Pimec celebró un rito anual: la entrega de los premios a micros, pequeñas y medianas empresas. Y además coincidió con su primer medio siglo desde el nacimiento de la antigua Sefes que después se convirtió en lo que hoy es esta organización, presidida primero por Josep González -hoy el responsable de la fundación- y el que fuera secretario general y, luego su delfín, el actual gestor de esta patronal, Antoni Cañete.
Pimec se ha ganado enemigos por su lucha contra la morosidad de las grandes empresas y, más recientemente, por los avances logrados para ser reconocida como agente del diálogo social para enojo de la CEOE. Cañete, ante más de un millar de asistentes en el Palau Sant Jordi proclamó: «No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos» y reclamó «gobiernos fuertes y acuerdos» para afrontar los cambios que se avecinan, que van de la reducción de la jornada laboral al modelo de financiación autonómica.
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En el lado político, la organización parece tener un club de fans. O así lo pareció de las palabras que pronunciaron desde el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni; al ‘president’ en funciones, Pere Aragonès, o el comisario europeo en funciones, Thierry Breton, que ensalzó la labor de Pimec en un discurso grabado. Seguro que algunos asistentes agradecerían menos elogios y más iniciativas para reducir la burocracia y el papeleo que asfixia especialmente a las pymes y los autónomos, pero a nadie le amargan los halagos.
Poco antes de comenzar el evento, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a cuyo Ejecutivo desde la derecha se acusa de avalar esta patronal vía la vicepresidenta y miinistra de Trabajo, Yolanda Díaz, canceló su asistencia por motivos familiares: la muerte de su suegro. Pero no podía haber elegido a mejor embajador que el ministro de Industria, Jordi Hereu, que se deshizo, como el resto de oradores en elogios a esta patronal de más de 140.000 socios, aunque él aún más, si cabe. «Os necesitamos, vuestra fuerza, vuestra capacidad de lucha… para ser el motor de España», declaró en medio de palusos. Casi nada.
