Son dos engranajes enlazados. Cuando uno avanza, el otro también. Cuando en el lado musulmán se pasa de simpatizantes a justificadores de los atentados y de ahí a comprometidos y radicalizados, en el bando del racismo anti islámicos se produce el mismo avance negativo. Esta es una de las claves que explican, junto a cuestiones grupales y familiares, el proceso psicológico por el que los jóvenes de Ripoll llevaron a cabo los atentados de Barcelona y Cambrils en el 2017. Lo explican dos de las autoras de un estudio coral que lleva por título ‘Laberintos de la ira’, que analiza el origen del radicalismo entre jóvenes y adolescentes y en el que se advierte del creciente peso de los discursos racistas.

Fuente