El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha puesto toda la carne en el asador este miércoles en el que ha sido el último cara a cara con el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, antes de las elecciones generales en el Reino Unido. El candidato conservador ha tratado de acorralar a su rival en materias como los impuestos, la inmigración y las políticas de identidad de género, consciente de que las encuestas siguen situando a su partido muy lejos de los laboristas, tanto en porcentaje de votos como en el número de representantes en la Cámara de los Comunes. A falta de una semana para los comicios, la única opción para Sunak ha sido pasar al ataque.
El primer ministro ha vuelto a agitar el fantasma de una subida de impuestos en caso de una victoria del Partido Laborista y ha insistido en que Starmer no tiene un plan para el país. El líder laborista, más prudente y contenido que su rival, se ha zafado de algunas de las acusaciones y ha asegurado que no subirá los impuestos a las familias, pero se le ha visto más incómodo cuando Sunak le ha acusado de querer mantener el gasto en prestaciones sociales. Los ‘tories’ han propuesto un plan para devolver al mercado laboral a millones de trabajadores que se encuentran inactivos en este momento.
Debate migratorio
El primer ministro también ha tratado de acorralar a Starmer preguntando sobre su estrategia para frenar las llegadas irregulares de inmigrantes a través del Canal de la Mancha. “Si Keir Starmer es el próximo primer ministro, todos los inmigrantes ilegales estarán en la calle”, ha alertado el candidato conservador poco antes de defender su plan de deportaciones a Ruanda. “Para resolver el problema necesitamos un elemento disuasorio y dejar claro a la gente que, si llegan de forma ilegal a este país, no podrán quedarse”.
A pesar de que Starmer ha tenido dificultades para defender sus propuestas en materia migratoria, incluida la creación de un comando de seguridad de fronteras, sí ha logrado morder al primer ministro recordando su gestión en esta materia. “Tenemos récords [de llegadas] desde que Rishi Sunak es primer ministro. El Gobierno ha perdido el control de nuestras fronteras, y esto supone un problema de seguridad nacional porque no sabemos quiénes son las personas que llegan ni cuál es su historial”, ha recalcado.
El líder conservador ha tratado de correr una cortina sobre la gestión de su Gobierno y ha asegurado que estas elecciones van “sobre el futuro”, pero la contención de Starmer ha jugado en algunas ocasiones a su favor, ante un Sunak más acelerado y propenso a las interrupciones. “Deberías mostrar un poco de respeto a la audiencia que quiere saber lo que tengo que decir sin ser constantemente interrumpido”, ha espetado el líder laborista a su rival ante los gritos de aprobación del público.
Escándalo de las apuestas
A pesar de que los debates son uno de sus puntos fuertes, el primer ministro ha tenido dificultades para defender su propia gestión al frente del Gobierno y de su partido, sacudido por el escándalo de las apuestas sobre la fecha de las elecciones. Cinco miembros del Partido Conservador, incluidos dos candidatos a las elecciones, están siendo investigados por apostar presuntamente a favor del adelanto electoral pocos días antes del anuncio oficial de la fecha, Las sospechas de que los investigados utilizaron información privilegiada han ido en aumento en los últimos días, pero no fue hasta este martes cuando el primer ministro decidió retirar su apoyo a los dos candidatos.
El escándalo también ha salpicado al Partido Laborista, después de que este martes saliera a la luz que uno de sus candidatos apostó a favor de su propia derrota el próximo 4 de julio. “Cuando se supo que una de las personas de mi partido estaba siendo investigada por la Comisión de Apuestas la suspendimos en cuestión de minutos, porque sabía que era importante ser decidido”, ha asegurado Starmer, antes de criticar a su rival por tardar días en tomar la misma decisión. “Si soy primer ministro, me encargaré de que la política vuelva a ejercer su función de servicio público”.
Las encuestas siguen manteniendo al Partido Laborista como gran favorito para ganar las elecciones, con cerca de un 42% de los votos, frente al 20% del Partido Conservador, que se asoma a una de las peores derrotas de su historia. Y todo apunta a que el debate de este miércoles no servirá para cambiar las cosas: la encuesta de YouGov pocos minutos después del encuentro no ha sacado un ganador claro esta noche, con un 50% de los votos para cada candidato.