La economía azul, que reconoce la importancia de los mares como uno de los motores del crecimiento, tiene como su contrapartida los efectos nocivos de la acción humana sobre los océanos. La sobrepesca o la contaminación en exceso son dos claros ejemplos de ello. El mar Mediterráneo es uno de los espacios marinos más dañados y, por eso mismo, si se actúa decididamente para su regeneración se debe convertir en «campo de pruebas para la innovación» en esta misma materia.

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