Audrey Fang, la mujer cuyo cadáver fue descubierto cosido a cuchilladas en un bancal de Abanilla (Murcia) en abril, conocía a su presunto asesino, Mitchell O., desde hacía por lo menos una década y anhelaba poder llegar a tener una relación sentimental con él.
Es lo que declaraban este miércoles, en calidad de testigos y por videoconferencia, dos amigas de la turista, natural de Singapur. Lo hacían a petición de la defensa que representa los intereses de los parientes de la víctima, que confían en el abogado Manuel Martínez.
Combo de fotos del registro en la habitación del hotel del sospechoso del crimen de Abanilla. / GC
No conocía a la familia
Las dos amigas explicaron a la jueza que Audrey Fang les había manifestado su intención de presentar a Mitchell O. a su familia, pero que él se negó a este extremo. Creen que el individuo estaba más interesado en el dinero de la mujer que en la mujer en sí.
Que la mujer anhelase ese vínculo sentimental puede estar detrás, sopesan los investigadores, de la realidad de que puso todos sus ahorros a nombre de este sujeto. Si Audrey Fang fallecía, su dinero iría a parar a Mitchell O. No será así si se demuestra lo que indican las numerosas pruebas que hay en poder de la Guardia Civil y de la jueza instructora: que fue él quien le quitó la vida.
Mitchell O. permanece en el penal de Sangonera, en Murcia, y, de momento, no ha pedido declarar de forma voluntaria. Cabe recordar que, cuando lo pasaron al Juzgado de Guardia, se acogió a su derecho a no abrir la boca.
«Fue premeditado»
El letrado de la familia de Fang tiene claro que Mitchell O. actuó con premeditación y sopesa solicitar para él la pena de prisión permanente revisable.
Manuel Martínez, el abogado que defiende los intereses de la familia de Audrey Fang. / JUAN CARLOS CAVAL
Ambos de Singapur, ambos turistas, ambos viajaban solos a lugares de la Comunidad Valenciana. Las cámaras captaron cómo él la recogió a ella en coche en la puerta de su hotel de Jávea. El cadáver de Audrey Fang, cosido a cuchilladas, sería descubierto horas después en un bancal de Abanilla. Durante días, el cadáver estuvo en la morgue, sin que nadie supiese quién era.
El cuerpo de Audrey Fang fue incinerado en la Región y sus parientes regresaron a Singapur con las cenizas.
