La carne es uno de los principales alimentos existentes. Hay personas que han decidido no comer carne, como quien no come pescado, pero lo cierto es que suelen acabar teniendo problemas de salud si no lo compensan con comprimidos extra. La base de toda alimentación la encontramos en el equilibrio principalmente entre hidratos y proteínas. Sobre la carne hemos escuchado de todo e incluso hay quien se empeña en vincularlo con el cáncer con argumentos sin base científica.
Lo cierto es que todo médico y nutricionista profesional sabe que la carne es vital para aportarnos proteínas de buena calidad desde que somos pequeños y hasta el fin de los días. Los micronutrientes tipo zinc, hierro y diferentes vitaminas que aporta nos ayudan al crecimiento y mantenimiento de la musculatura. Eso sí, como todo, no debes pasarte.
Carne roja
Es muy habitual que lo primero que se nos venga a la mente cuando pensamos en carne roja sea un chuletón o solomillo de ternera. Y, además, poco hecho. Desde luego que se trata de los dos mejores productos para los buenos comedores de carne, claro que no es lo mismo comer un chuletón de vaca gallega, vasca o argentina que de otras zonas. La mano es importante, pero quizá no tanto como el producto. Por lo menos en este caso.
La OMS tiende a publicar numerosas recomendaciones sobre salud y alimentación. Algunas despiertan cierta controversia al no tratarse de algo demostrado científicamente, chocar contra otros estudios o prestarse más a cuestiones ideológicas, pero en cualquier caso se debe tener presente. En un artículo del organismo sobre el cáncer se hablaba de moderar el consumo de carne roja (en ningún caso de eliminarlo): «no coma más de 500 gramos de carne roja a la semana», señalaban. La carne roja engloba toda la carne muscular de mamífero, incluyendo carne de res, ternera, cerdo, cordero, caballo… En general, está claro, se trata de un producto rico, sano y muy nutritivo.
Cuidado con la carne procesada
Un estudio de Harvard incluso relacionó una mayor ingesta de proteínas de carne roja y procesada con un aumento del riesgo de muerte respecto a quienes las consiguen de alimentos vegetales. Así, estas últimas resultaban más protectoras en pacientes que tenían algún hábito de riesgo como fumar, ingesta excesiva de alcohol, sobrepeso u obesidad e inactividad física. Esto demuestra cierta manipulación al englobar ambos productos, ya que lo peligroso radica en abusar de la carne procesada. Recordemos que entre los procesados destacan para mal las salchichas (hay países como Alemania donde tienen unos controles muy superiores a los de España), ahumados o embutidos. Básicamente, todo aquella que haya pasado por algún proceso de transformación para mejorar su sabor y, sobre todo, conservación.
La Organización Mundial de la Salud calculó que consumir 50 gramos de productos como salchichas o beicon al día aumentaba la probabilidad de desarrollar cáncer colorrectal en un 18% a lo largo de toda la vida. ¿El motivo? Que productos como estos pueden haber sido tratados con químicos como nitratos y nitritos que se utilizan como conservantes y fijadores de color, contando con agentes cancerígenos.
Las mejores carnes blancas
Pollo, pavo o conejo son las carnes más saludables que podemos elegir en el supermercado o la carnicería. Apenas contienen grasas saturadas ni colesterol, aunque hay que evitar cocinarlas en exceso. Es importante comprobar el origen real de la carne, como de casi todos los alimentos. En este sentido, son habituales las carnes envasadas, así que fíjate bien tanto en la caducidad como en la propia fecha de envasado e intenta que no lleven más de tres días.