Se busca presidente de la Generalitat catalana. Este es el cartel que bien podría colgar este miércoles el Parlament tras oficializar que no hay candidato a la primera investidura. Una vez el jefe de la institución, Josep Rull, constató la semana pasada que ni el aspirante del PSC, Salvador Illa, ni el de Junts, Carles Puigdemont, quieren aún dar el paso con el argumento de que necesitan más tiempo para atar los apoyos, no le queda otra que activar el reloj hacia una repetición electoral. Dos meses cuya cuenta atrás empezará este miércoles con un pleno para visualizar la vacante y que desembocará en una reedición de los comicios si nadie logra la mayoría necesaria para ser proclamado president.
El 13 de octubre, fecha en que los catalanes volverían a ser citados en las urnas, está subrayada en los despachos de todos los grupos. Pero también el 26 de agosto, día en que expira el plazo para tratar de evitarlo. El camino hasta entonces está especialmente enmarañado: la aplicación de la amnistía tiene en vilo a los independentistas -concretamente, a Puigdemont-, el PSOE trata de concretar una oferta de financiación para Cataluña que seduzca a una ERC que es imprescindible para que Illa sea investido, pero los republicanos están sumidos en su propia crisis interna.
Con esta carrera de obstáculos, el PSC se ha conjurado para exprimir todas las vías de pacto posible y continúa reuniéndose con los republicanos. Este mismo martes mantuvieron un nuevo encuentro en el Parlament. Unos contactos en los que, más allá de la carpeta de los recursos y las inversiones, se aborda cómo potenciar el catalán y hacer frente a la extrema derecha. No obstante, los socialistas asumen que el desenlace de las negociaciones no llegará hasta el límite del calendario.
Incluso en el caso de lograr amarrar los 68 ‘síes’ de ERC y de los Comuns no podrá dar nada por seguro hasta el resultado de la votación. Hay dos factores de desestabilización de un eventual acuerdo: la consulta a la militancia de los republicanos que debería ratificarlo y el impacto que pueda tener el regreso a Cataluña de Puigdemont, promesa que Junts ha dejado en el aire a la vista de las nuevas causas judiciales.
Escenificación del acto equivalente
De momento, lo que hará este miércoles Rull, a falta de candidato a la investidura, es escenificar el llamado acto equivalente a un intento fallido, una herramienta que ya se usó tras la inhabilitación del entonces president Quim Torra. Lo hará en el primer pleno de este mandato desde su constitución a través de la firma de una resolución que constata que empieza la cuenta atrás para unas nuevas elecciones. Después de su lectura y firma, cada grupo tendrá cinco minutos para intervenir y fijar posición, suficientes para proyectar un pistoletazo de salida de la legislatura, con la gran duda en el aire de si logrará arrancar o no.
El calendario a partir de ahora puede cambiar en cualquier momento, ya que en estos 60 días puede haber tantos debates de investidura como considere Rull siempre y cuando haya un candidato dispuesto a exponerse. Las negociaciones, por lo tanto, tendrán lugar en pleno período estival y se habilitará el mes de agosto para poder celebrar un pleno en cualquier momento. Finalmente, no ha cuajado la propuesta formulada por el presidente del Parlament a los grupos de hacer un «paréntesis» entre el 8 y el 18 de agosto.
Eso sí, el 26 de agosto será el último día que se podrá investir a un candidato: de no ser así, se convocaran automáticamente las nuevas elecciones. Eso quiere decir que, si finalmente el pleno se estira hasta esa fecha límite, el debate de investidura solo podrá superarse con una votación por mayoría absoluta. El reglamento permite al postulante volver a someterse a una votación por mayoría simple 48 horas después de esta primera, pero al ser el último día no cabría esta posibilidad.
El primer pleno de la legislatura
En este primer pleno acudirán todos los diputados con sus grupos parlamentarios ya constituidos, quienes tenían de límite hasta el día 20 para inscribirse al Parlament. También está formada ya la Junta de Portavoces, que se reunió este martes con el jefe de la Cámara por primera vez en esta legislatura.
En el nuevo hemiciclo se dibujarán siete grupos parlamentarios: PSC, Junts, ERC, PP, Vox, los Comuns y el Grupo Mixto, integrado finalmente por la CUP y Aliança Catalana. Los cupaires intentaron evitar compartir espacio con el partido independentista de ultraderecha de Sílvia Orriols, pero no lograron alcanzar ningún acuerdo con el resto de partidos para que les cedieran un diputado -necesitan cinco y tienen cuatro- y poder formar así grupo propio.
Sin investidura a la vista, el Parlament se prepara para un largo verano de negociaciones por delante y con una posible repetición electoral en otoño que nadie esconde tener muy presente.