El 1 de septiembre de 2022 la sociedad argentina acarició el precipicio. El fallido atentado contra la entonces vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner estuvo a segundos de distancia de abrir un nuevo ciclo de violencia en un país que se había desangrado cuatro décadas atrás y que, tras la dictadura militar, al recuperar las instituciones democráticas, rechazó con vehemencia al crimen político como instrumento para resolver conflictos.

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