Mucho antes de que diera comienzo el funeral por José María Caneda el complejo funerario Apóstol Santiago ya se quedaba pequeño para dar cabida a todos los asistentes. El párroco José Porto Buceta oficiaba la ceremonia religiosa en una capilla con una capoacidad insuficiente. Harían falta cinco más para acomodar a todos los que se acercaron a despedir al presidente del Compostela que hizo soñar a toda una ciudad.

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