La líder en funciones de ERC, Marta Rovira, no acepta la oferta lanzada el pasado martes por Carles Puigdemont. De los tres puntos del plan, forzar la repetición electoral en Cataluña, presentarse juntos a la nueva convocatoria y, después, «repartirse el ‘Govern’ al 50%» uno se mantiene en el aire, y dos recibieron un «no» taxativo.

Así lo confirman a este diario fuentes cercanas a la secretaria general de Esquerra, ahora que se cumple el plazo para que corra el reloj electoral. Rovira rechaza que su partido se vaya a plegar a ir en una lista conjunta «para ganar las elecciones» o a compartir los asientos de las Consejerías de una nueva Generalitat independentista.

Sobre lo de forzar la repetición electoral, «todos los caminos llevan ahí», recuerdan otras fuentes del partido de izquierda separatista, pero queda mucho para abordar ese escenario. «La negociación oficial con el PSC se abrió el martes último», apuntan, «y ERC es un partido serio, que siempre buscará lo mejor para la ciudadanía».

Un día después, Josep Rull anunció que, efectivamente, será el 26 de agosto el día que se disuelva el Parlament que él preside desde hace 10 días.

No lo dijo así, pero todo indica que, de aquí a entonces, no habrá investidura con éxito: Puigdemont reúne más noes que síes; y el socialista Salvador Illa debería cumplir unas condiciones casi insalvables que, además, no dependen de él.

Lo que dijo Rull, en realidad, fue que este martes ya pondrá a correr el calendario, mediante un «acto equivalente», mecanismo similar a una investidura fallida, al constatar que ningún candidato tiene voluntad de someterse ese día a una votación de investidura. 

La suma inviable

No entró el presidente de la Cámara autonómica en que la llave de todo la tiene ERC. Ni en que es una fugada de la Justicia, Rovira, la que decidirá el futuro de la región (y de España, probablemente). Ni, por supuesto, en que la única suma posible, la de PSC-ERC-Comuns, es inviable dado que ni las bases de Esquerra ni sus corrientes críticas internas aceptan ningún pacto con «estos socialistas unionistas».

Pero los dos meses que marca la ley tendrán que pasar. Y en ese tiempo aún puede haber sorpresas. Por un lado, que a Illa le dé tiempo para que en Moncloa le preparen una fórmula de «financiación singular» para la región lo más parecida posible al concierto vasco.

«Este Gobierno nunca ha hablado de un cupo catalán«, dijo la portavoz de Moncloa, Pilar Alegría, hace una semana en el último Consejo de Ministros. Pero evitó comprometerse a que no lo vaya a hacer en el futuro.

Porque no sólo es la condición necesaria (aunque no suficiente) para que Rovira se plantee darle los 20 votos de Esquerra en el Parlament. Es, sobre todo, la clave de que Pedro Sánchez pueda permanecer en Moncloa. En ERC y en Junts, así lo certifican: «O está reflejado en los Presupuestos de 2025, o no hay nada más que hablar», apuntan fuentes autorizadas de ambas formaciones.

Aparte de «la caja del dinero y la llave de la caja», Esquerra reclama «una ley que blinde la lengua catalana», y la «cesión total» de los trenes de Rodalies.

Es decir, un instrumento jurídico para soslayar la sentencia del Supremo sobre el 25% del castellano en las escuelas y universidades catalanas. Y otro que sortee las sentencias del Constitucional que establecen que las vías catalogadas como Red Ferroviaria de Interés General (RFIG) no puedan dejar de estar bajo el control del Estado

Y con todo, lograr que las bases de Esquerra aprueben el pacto, a sabiendas de que el resto del movimiento político y social del independentismo acusaría a la vieja ERC de botiflers [traidores]. «Eso es casi imposible», admite un dirigente republicano del ala más proclive a pactar con el PSC, «son unas 9.000 personas con derecho a voto, con un alma indepe mucho más montaraz» que la de Oriol Junqueras o, incluso, la de Rovira.

«No repetir los errores»

La líder en funciones del partido está teniendo que navegar una situación imposible. Irse con Illa es «un suicidio», según Jovent Republicà, las nuevas generaciones de ERC; o el Col·lectiu Primer d’Octubre, corriente crítica del partido.

Y aunque Junts insista en que «la mejor opción que tienen los de Esquerra es la lista unitaria y compartir el Govern«, el entorno de la secretaria general se niega a aceptar. Pactar con Puigdemont en esas condiciones significaría un «abrazo del oso» que diluiría al partido, sostienen.

«Los errores sirven para no repetirlos», explica el entorno de Rovira. «ERC no estará en el Govern y no habrá ninguna lista conjunta» con Junts. «Es mentira que Marta esté negociando eso».

De hecho, Rovira firmaba el miércoles pasado el ya famoso manifiesto que reclama una «renovación total» en la dirección del partido. El documento [consúltelo aquí en PDF] había comenzado a circular 48 horas antes.

En el fondo, el texto reclama a Junqueras que se retire de la lucha por volver a la presidencia de la formación, en el congreso del 30 de noviembre. Expresamente, culpa a su dirección del «fin de ciclo» en Esquerra. Y apuesta por volver a «construir una incontestable hegemonía política independentista» frente a la formación de Puigdemont.

También añadió su nombre Pere Aragonès, el aún president en funciones de la Generalitat. Ella y él, ahora juntos como signatarios de este manifiesto, eran hasta el 12-M las cabezas visibles de dos de las tres familias mayoritarias que ya tenían dividido al partido. Pero tras las debacles electorales y la pérdida del poder abogan por una ERC que «se reconstruya desde la oposición».  

Así, con el acuerdo con Illa cegado por las bases y el rechazo a diluirse en un nuevo Junts pel Sí, Rovira se dirige a una repetición electoral con el partido en plena crisis política, y sin cabeza de lista ni dirección que lo designe…

Pero «si hay nuevas elecciones, el candidato ya lo tengo en la cabeza«, dejó caer en una entrevista radiofónica. ¿Ella misma?



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