El Tribunal Supremo israelí ha dictaminado este martes por unanimidad el fin de la exención militar para jóvenes judíos ultraortodoxos, una medida muy polémica que históricamente ha dividido a la sociedad israelí, especialmente desde la guerra en la Franja de Gaza.

La Corte decidió que «no existe base legal para excluir a los hombres ultraortodoxos del reclutamiento» y que si no sirven en el Ejército tampoco deben recibir subvenciones educativas y de asistencia social financiadas con fondos públicos. 

Ya el pasado mes de marzo el jefe rabino sefardí, Yitzhak Yosef, advirtió de que los judíos ultraortodoxos abandonarán «en masa» el país si el Gobierno israelí acababa con las excepciones del alistamiento militar de las que esta comunidad disfrutaba hasta ahora.

«Si nos obligan a ir al Ejército, todos nos mudaremos al extranjero«, dijo en una de sus lecturas semanales hace ya más de tres meses.

Leen la Torá en vez de trabajar o alistarse

Con esta amenaza, Yosef buscaba rebajar las presiones que diferentes sectores de la sociedad israelí -entre ellos, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, familiares de soldados en activo y un nutrido grupo de exgenerales y altos cargos- llevaban ejerciendo durante meses para que los israelíes ultraortodoxos se sometan también al servicio militar, en plena guerra en Gaza, tras presentar una moción ante el Tribunal Supremo israelí.  

«Toda esta gente secular no entiende que sin kollels o yeshivás (escuelas de judaísmo), el Ejército no tendría éxito«, llegó a decir el rabino Yitzhak Yosef, refiriéndose a las instituciones donde los hombres religiosos estudian durante varias horas al día textos judíos en lugar de trabajar o alistarse. «Los soldados sólo tienen éxito gracias a quienes aprenden Torá», añadió. 

Este rabino sefardí es una de las figuras religiosas más influyentes de Israel, hijo además del difunto fundador del partido ultraortodoxo sefardí Shas, que forma parte de la coalición del Gobierno de Benjamín Netanyahu, por lo que su continuidad podría estar en peligro tras la decisión del Tribunal Supremo. 

Estas palabras del rabino encontraron la total oposición pública del por aquel entonces ministro del gabinete de guerra, Benny Gantz, -que dimitió el psado 9 de junio- quien las calificó de «golpe moral al Estado y la sociedad israelíes”.

«Todos deberían participar en el sagrado derecho de servir y luchar por nuestro país, especialmente en este momento difícil, incluidos nuestros hermanos ultraortodoxos», dijo. 

En la mismalínea se pronunció el líder de la oposición, Yair Lapid, quien tildó de «vergüenza» e «insulto» los comentarios del rabino Yosef hacia los soldados que «sacrifican sus vidas» por la defensa del país.

«Si los haredíes van al extranjero, se encontrarán con que allí tendrán que trabajar para ganarse la vida, sin siquiera soñar que alguien los financiará su estilo de vida», afirmó Lapid sobre el hecho de que solo el 55% de los hombres haredíes israelíes tienen empleo.

Son el 13% de la población israelí

Durante décadas, los israelíes ultraortodoxos, que representan el 13% de la población, han mantenido una exención casi general a cumplir con el servicio militar obligatorio si se dedican a los estudios religiosos.

Pero, en el 2017 el Tribunal Supremo determinó que estas exenciones eran «discriminatorias» e «inconstitucionales» y pidió al Estado que buscara una solución.

Pese a ello, los diferentes gobiernos israelíes han ido prolongando esta disposición ejecutiva, aprobada desde la creación del Estado israelí. La última vez fue en junio de 2023 durante nueve meses, mientras preparaba una nueva extensión.

Sobre esto último ahora el Tribunal Supremo le pide explicaciones al Gobierno de Netanyahu de por qué no fue anulada en su momento esta disposición ejecutiva de los judíos ultraortodoxos no hicieran el servicio militar. 

En una encuesta publicada por el Instituto para la Democracia israelí señala que un 71% de los judíos israelíes apoya que se anule la exención militar para los haredíes; un porcentaje que asciende al 86% en el caso de los seculares. Sólo un 19% de los ultraortodoxos comparte esa postura.

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