El Gobierno aprueba definitivamente la gran subida de la tasa que pagan las centrales nucleares y lo hace sorteando meses de presiones de las grandes eléctricas de frenar el alza del recargo, con el que se financiarán los costes milmillonarios de desmantelar los reactores, construir siete almacenes nucleares y también un gran cementerio nuclear donde descansarán los residuos radiactivos para siempre.

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