El verano ha generado no pocas películas centradas tanto en los placeres del estío y los descubrimientos que en esta época se dan, como en los conflictos y enfrentamientos familiares. Parece ser una temporada del año muy apreciada por el director barcelonés Dani de la Orden, que debutó en formato largo en 2013 con ‘Barcelona, nit d’estiu’ –aunque a continuación realizó su reverso climático y atmosférico, ‘Barcelona, nit d’hivern– y después ha dirigido filmes como ‘El mejor verano de mi vida’.
Su último trabajo, ‘Casa en flames’ (‘Casa en llamas’), incide en la misma línea, pero, siendo una comedia, trasluce un poso más amargo. Es otra historia de familia compleja que se reúne durante unos días en la casa de Cadaqués que la madre tiene la intención de vender. La interpreta Emma Vilarasau, en un personaje de apariencia sólida, aunque siempre a punto de desmoronarse.
Alberto San Juan –protagonista de una anterior cinta de De la Orden, ‘El test’–, da vida al exmarido. Enric Auquer y María Rodríguez Soto son sus hijos. Macarena García es la novia del hijo, poco a poco superada por los acontecimientos, y José Pérez-Ocaña, el esposo de la hija. E irrumpe con fuerza una sicóloga, actual pareja del exmarido, encarnada por Clara Segura. Película coral, pero de pocos personajes, y un espacio inalterable, bello y poco a poco asfixiante. Una casa en llamas en el sentido anímico y físico de la palabra.
Antes de iniciar el viaje, la protagonista visita a su madre, que vive en la calle Muntaner de Barcelona. Después se van todos a Cadaqués. “En cualquier comedia romántica los personajes son siempre de clase acomodada”, nos explica De la Orden, “siempre están desvinculados de los problemas de dinero y salud”. Aun así, el filme radiografía una clase social y una tipología perfectamente reconocible, “más pija que de la alta burguesía” según el director.
Como tantas otras cosas en los últimos años, ‘Casa en flames’ nace durante el confinamiento por la pandemia. De la Orden se puso en contacto con el guionista Eduard Sola (‘Black is beltza’, ‘La virgen roja’): “Quería hacer una especie de ‘Pequeñas mentiras sin importancia’, un filme ‘feel good’, pero con mala leche”. El referente de esta agria comedia francesa de Gillaume Canet, interpretada por Marion Cotillard, François Cluzet, Benoît Magimel y Jean Dujardin, sobre la reunión de un grupo de amigos al comenzar el verano, es un buen referente.
El eje central del relato según el director gira en torno “a las madres a las que, de repente, les quitan todo lo que han tenido”. Pero siendo el de Vilarasau el personaje vinculador, para quien la hipotética venta de la casa es una forma de reunirse con aquellos y aquellas a los que quiere, el resto asume una gradual importancia.
La primera escena que concibió De la Orden es la del hijo y su novia tirándose en paracaídas. La novia encarnada por Macarena García resulta fundamental: “Ella representa una mirada pura, está haciendo el papel del espectador”. Lo contempla todo, sorprendida, y toma sus propias decisiones, algunas fundamentales para las espirales tragicómicas que asume la película.
“Creía que debía ser una historia con un lado muy amable, pero que poco a poco se hacía más cruel”, comenta el director. “Empiezo con un clímax muy fuerte y luego la crueldad familiar se vuelve muy circular. La madre desea volver a ser necesaria y acaba siendo maquiavélica, pero desde la tristeza, no la malicia. Creo que la historia genera más preguntas que respuestas sobre unas situaciones y personajes que son incapaces de gestionar las emociones”.
De la Orden, que está pendiente de un proyecto de sitcom para TV-3, elaboró el reparto de forma muy rápida. “Probamos a varias actrices para la madre, pero a Emma la teníamos bastante clara. Queríamos también a Auquer. Macarena me sorprendió enseguida, porque tiene la inocencia y carácter ideales para su personaje. María Rodríguez Soto me había gustado mucho en la obra ‘L’illa deserta’”.
El último en incorporarse al reparto fue Alberto San Juan, cuyo personaje es a veces tan desconcertante y extraño en el ya de por si raro ecosistema familiar que presenta el filme. De la Orden explica que “entró en el último momento debido a problemas logísticos con el actor escogido inicialmente. Tuvo que leerse el guion en un día y comenzar los preparativos una semana antes del rodaje. Pero le iba bien, porque el padre no está tan conectado con la familia. Alberto tiene un sentido del humor que ha funcionado plenamente”.
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