Las emociones a flor de piel. La sangre latiendo como nunca. Los nervios, ya meridianamente templados, y la ilusión de un niño después de haberlo conseguido. Había logrado su propósito, su Córdoba CF ya era equipo de fútbol profesional. Con esa amalgama de sensaciones en el pecho, incluso alguna más, llegaba Kike Márquez a la sala de prensa de El Arcángel, satisfecho, con una chispa de humor y sumido en festejos tras la victoria blanquiverde frente al Barça Atlétic en la vuelta de la final de ascenso a Segunda División (2-1), que se cerró de la mejor forma imaginable. «Nos hubiera gustado ascender directamente, pero es la tercera vez que asciendo y, sufriendo de esta manera, sabe mejor. Esta manera es la ostia, increíble, nos lo merecemos. Hemos ido a todos los campos a ser el Córdoba CF reconocible que hemos mostrado durante todo el año. Este equipo ha demostrado que quiere, que puede. Hemos demostrado que hay un buen bloque, una plantilla enorme y un gran futuro por delante», afirmó.
La parcela personal
En clave individual, según el sanluqueño, la promoción acabó siendo un doble premio: bien por el lógico salto de categoría, así como por la liberación personal que implica. «No tengo experiencias buenas en finales en casa, pero esa espinita me la he quitado. Hay muchos nervios, mucha ansiedad, encima el inicio… Lo mejor que nos ha pasado es que nos pusimos 0-1 perdiendo, el equipo se quitó esa tensión de encima. Ya fuimos el Córdoba CF que hemos sido todo el año. Hemos conseguido una victoria que nos da lo que queríamos, el objetivo de toda la ciudad, de nuestros aficionados, vestuario, cuerpo técnico, trabajadores del club… Me quedo sin palabras», expresó.
«Es una liberación. Tampoco quiero ser protagonista, lo somos todos, tanto jugadores, afición… Lo hemos conseguido todos. Es cierto que yo vine aquí con un objetivo, el año pasado fue difícil. Desde aquí tengo que agradecer la confianza de Antonio Fernández Monterrubio, de Juanito, Raúl Cámara y del míster, de esa llamada que recibí en verano que hizo que cambiara de opinión. He disfrutado como un chiquillo de todo el trayecto. Hay una comunión en el vestuario que hay que cuidarla», confesó seguidamente, sin esconder su alegría.
El potencial blanquiverde
Como buen capitán, en múltiples faro espiritual y deportivo del equipo, el mediapunta también aprovechó para revelar en qué momento observó al plantel capacitado para la gesta. Meses atrás, sin nada remado y el ascenso como un mero sueño en el horizonte, su clave se originó en el lejano arranque de Liga: «Lo supe después de ganar en Alcoy. Veníamos de perder con el Ibiza, perder con el Linares… Ahí ya, en las redes sociales y en el entorno había muchos comentarios negativos, pero nosotros creíamos en Iván Ania. Allí ganamos 0-1 en un campo complicado, ahí dije que este equipo podía hacer grandes cosas. Es el sueño de una ciudad entera, casi un año después. Esto es de todos, es un momento único. Córdoba lleva años sufriendo, se merece una alegría como esta», finalizó.