El oro se mantiene en el punto de mira de los inversores por los cambios geopolíticos que se están produciendo. La incertidumbre que planea sobre el mercado ha hecho que el activo refugio por excelencia vuelva a estar de plena actualidad, y eso que en las últimas semanas han surgido ciertas dudas sobre las compras de los bancos centrales. Sea como sea, los expertos creen que cabe esperar una demanda sostenida del metal precioso que podría derivar en una significativa recuperación. Bank of America (BofA) incluso ha cifrado la escalada que espera para el oro: tocará los 3.000 dólares/onza en los próximos 12-18 meses.

«Creemos que el oro puede alcanzar los 3.000 dólares la onza en los próximos 12 a 18 meses, aunque los flujos no justifican ese nivel de precios en este momento», afirman los estrategas del banco estadounidense en un reciente informe.

Tal y como explican, lograr ese nivel «requeriría que la demanda no comercial se recuperara de los niveles actuales, lo que a su vez necesitaría un recorte de tipos por parte de la Reserva Federal», algo que de momento no está en el horizonte, remarcan.

Creen los analistas de BofA que habría una «señal alentadora» para el oro si se produce una entrada de capital hacia los ETF respaldados físicamente y un repunte de los volúmenes de compensación de la LBMA, aunque reconocen que las compras en curso de los bancos centrales «también son importantes, y un impulso para reducir la participación del dólar en las carteras de divisas probablemente provocará más compras de oro por parte de los bancos centrales» que podrían terminar por dar impulso al metal precioso.

Y es que, defienden, las compras no comerciales de oro aumentaron alrededor de un 3% en el primer trimestre del año, «lo suficiente para justificar un precio promedio del oro de 2.200 dólares/onza hasta la fecha». Pero, insisten estos expertos, «si siguen subiendo, el oro podría alcanzar los 3.000 dólares la onza».

Además, vuelven a remarcar lo «alentador» que es que los bancos centrales se estén preparando para aumentar sus reservas de oro, de acuerdo a la última encuesta al respecto dada a conocer por el Consejo Mundial del Oro. El metal precioso, detallan, es «atractivo» por varias razones, entre las que mencionan su cualidad como «reserva de valor a largo plazo» y como «cobertura contra la inflación», pero también su «rendimiento en tiempos de crisis», la «diversificación efectiva de la cartera» y la «ausencia de riesgo de incumplimiento».

«Si bien las motivaciones de los bancos centrales para poseer oro pueden variar, tienden a tener una cosa en común: la proporción de dólares en las carteras ha ido disminuyendo«, lo que bajo su punto de vista «debería impulsar más compras de oro por parte de los bancos centrales y también podría atraer el interés de los inversores privados».

Pero no son los únicos. Los estrategas de Schroders también ven una recuperación del oro a la vista. Así lo afirma James Luke, gestor de fondos especializado en materias primas, que afirma en un comentario que «la fragilidad geopolítica y fiscal -tendencias directamente vinculadas a las vertientes demográfica y de desglobalización- se combinan hoy para forjar un camino hacia un impulso mundial sostenido y múltiple de los suministros de oro«.

Y añade: «En nuestra opinión, esto podría desencadenar uno de los mercados alcistas más fuertes desde que el presidente Nixon cerró la puerta al oro en noviembre de 1971, poniendo fin a la convertibilidad del dólar estadounidense en oro».

El experto de la gestora también apunta que el endurecimiento de las tensiones entre Estados Unidos y China, y las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania en 2022, «han impulsado las compras récord de oro por parte de los bancos centrales como activo monetario de reserva», algo que desde una perspectiva a largo plazo «refleja bien la evolución de la dinámica geopolítica y monetaria/fiscal mundial».

Sobre todo, señala Luke, porque «las más de 1.000 toneladas de oro (20% de la demanda mundial) compradas por los bancos centrales en 2022 y 2023, un ritmo que continuó en el primer trimestre de 2024, es potencialmente sísmico» y hace que parezca «totalmente plausible» que la tensa dinámica actual entre los países desarrollados y los emergentes, combinada con la «fragilidad fiscal que se cierne no solo sobre la moneda de reserva que emite EEUU, sino sobre todo el bloque económico desarrollado, pueda desencadenar un movimiento sostenido hacia el oro«.

«Dicho sin rodeos, el mercado del oro no es lo bastante grande como para absorber un movimiento tan sostenido sin que suban mucho los precios, sobre todo si otros actores mundiales también intentan entrar más o menos al mismo tiempo», apunta el gestor.

Luke concluye destacando que en la subida de los precios del oro tendrá mucho que ver también el crecimiento de la demanda de los inversores chinos «a medida que se desvanece el brillo del sector inmobiliario», pero también la demanda de los inversores occidentales. «El oro seguirá siendo una cobertura relevante frente a la credibilidad fiscal de los bancos centrales y de los países soberanos en general, que los inversores occidentales utilizarán», concluye.

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