No siempre el trabajo duro y la dedicación dan sus frutos, pero en otras ocasiones esto si te permite cumplir tus sueños. Manolo González es el ejemplo perfecto de ello, después de conseguir el ascenso a Primera División con el Espanyol tras remontar la eliminatoria al Real Oviedo gracias a dos goles consecutivos de Javi Puado. El técnico gallego mantiene un vínculo especial con Zaragoza, ya que en la temporada 2018-2019 recaló en el CD Ebro, equipo con el que llegó a disputar los dieciseisavos de Copa del Rey, con un partido histórico en La Romareda ante el Valencia.
El principal artífice de su llegada a la capital aragonesa fue Ander Garitano, director deportivo del equipo arlequinado de 2014 a 2019 y exjugador de Real Zaragoza y Athletic Club: «Yo conocía previamente a Manolo de cuando entrenaba a los juveniles del Zaragoza y él estaba en el Badalona. Allí establecimos una relación de amistad y confianza. Él venía de hacer muy buenos años allí y cuando se fue Emilio Larraz del Ebro después de tres años, me decanté por Manolo y lo firmé«, explica Garitano.
Esa temporada, el equipo zaragozano fue de menos a más, y logró disputar un partido histórico ante el Valencia: «Empezamos muy mal, últimos las diez o doce primeras jornadas, aunque el equipo daba la sensación de que podía ganar y por una circunstancia u otra no lo hacía. Luego conseguimos empezar a remontar y a ganar muchos partidos seguidos. Fuera fuimos el mejor equipo de la Liga, por detrás del Espanyol B. El equipo quedó octavo y clasificado para Copa del Rey«, recuerda el exdirector deportivo.
Ya en el Ebro, Garitano afirma que veía en Manolo González una forma de trabajar que le ha llevado a conseguir llegar hasta donde está ahora: «Se veía su ambición a diario, él viene del fango. La primera vez que se hace profesional es con nosotros en el Ebro, luego ya va a la Peña Deportiva y se clasifica para dos playoffs de ascenso a Primera RFEF«, cuenta Garitano.
También explica los comienzos del técnico del Espanyol, cuando compaginaba su trabajo con la labor como entrenador: «Él era conductor de autobuses de línea en Barcelona por las mañanas, y por las tardes entrenaba con el Badalona. Tenía una gran dedicación y ambición por llegar a la élite. Es un currante nato y eso le ha hecho llegar hasta donde ha llegado«.
Cuando Manolo dejó el Ebro, Garitano y él ya habían forjado una gran relación de amistad que dura hasta el día de hoy: «Si no es semanalmente, cada 15 días hablamos. Cuando debutó aquí en La Romareda estuve con él después del partido en el hotel. Durante todo este tiempo hemos hablado del equipo y todo lo relacionado. Es un buen amigo por encima de todo«, confiesa el exjugador vizcaíno.
Garitano no oculta que le sorprendió la rápida adaptación de González en el banquillo perico, dando el salto desde la cuarta a la segunda categoría nacional: «Era un entrenador sin ninguna experiencia a nivel profesional y nadie sabe cómo te vas a desenvolver en esa situación. A pesar de ello le he visto muy tranquilo, con mando y con mucha personalidad. Eso ha sido lo que le ha llevado al éxito y le ha hecho conseguir el ascenso a Primera«, indica Garitano.