El fútbol sin intriga, deshuesado, es como el champán sin burbujas. No hay garrafón en una Eurocopa, pero sin drama a la vista, una España de teloneros cumplió sin más con el trámite ante una Albania sin dictado, pacata y muy llana hasta el bajonazo español en el segundo acto. Entonces, una España llagada le dio una sobredosis de optimismo, aunque de nada le sirvió y acabó en la cuneta. A la España B se le hizo muy largo el partido. Y al grupo de Sylvinho muy corto. La Roja, aupada por un gol de Ferran y con algo de cháchara al comienzo, se volvió borrosa. Su adversario, repleto de nómadas con ciertas raíces patrias, se sintió cerca del paraíso tras haber competido con determinación con Italia y Croacia. Eso sí, España, como en la Euro de 2008: tres de tres.

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