Sin luz y sin agua. Sin hospitales ni escuelas en condiciones. En pleno desierto y cerca de los 50 grados en verano. Desterrados de su tierra y pendientes del reconocimiento internacional. Así viven los saharauis en los campos de refugiados en Tinduf, Algeria.
De acuerdo con el representante del Frente Polisario en las Naciones Unidas y profesor del máster en Estudios Internacionales de Paz, Conflictos y Desarrollo de la UJI, Sidi Omar, «la invasión y ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos obligó a muchos saharauis a huir del territorio e instalarse en el suroeste de Argelia donde hoy viven cerca de 173.000 refugiados en 5 grades campamentos». Estos espacios son un ejemplo de «excelente de organización social y política, de autosuficiencia y de resistencia», explica el experto.
En este contexto de conflicto y emergencia humanitaria, las proyectos solidarios de acogida de Castellón y de España en general, y los programas de educación de las asociaciones de apoyo al pueblo saharaui cobran gran importancia. Desde la provincia de Castellón, la solidaridad y la colaboración con el Sáhara Occidental impulsan iniciativas de acogida de niños refugiados y de apoyo al pueblo saharaui, sobre todo con el protagonismo de las asociaciones Smara, con representación en Castellón, por una parte, y en la Vall d’Uixó y la Vilavella, por otra.
Acogida en Castellón
El programa «Vacances en pau» de Smara cuenta con años de fecunda trayectoria, para ofrecer durante el verano una vida mejor a los niños, alejados de las altas temperaturas estivales del desierto. Este año, la provincia acoge a 20 niños: 13 con la asociación de Castellón, y siete con la de la Vall d’Uixó y la Vilavella. No obstante, cabe recordar que hace años la cifra ascendía al centenar de niños, e incluso cerca del medio centenar en una sola localidad. En 2009 vinieron 110 niños; diez años más tarde, en 2019, 33; y este año, una veintena. «Siempre hay menos subvenciones y familias disponibles en tiempos de crisis», explica la coordinadora de Smara la Vall d’Uixó i la Vilavella, Pili Flors.
Del Sáhara y de la Vilavella
Cherifa Alisalem es una de aquellas niñas que llegaron a Castellón en 2006. Nació en los campos de refugiados en Argelia y llegó a la Vilavella a los siete años con la familia de Pili Flors. Repitió experiencia los siguientes veranos y finalmente a los nueve años decidió quedarse a estudiar con el programa «Escola en pau», e invirtió la dinámica. Entonces, pasaba el curso académico en la Vilavella y los veranos en el campo de refugiados. Hoy en día vive en la Vilavella y trabaja como administrativa contable, pero vuelve siempre que puede para visitar a su familia biológica.
Así, Cherifa expresa con emotividad: «Allí tengo a mi familia biológica y aquí tengo la de acogida, todo es familia: madre aquí, madre allí, hermanos aquí, hermanos allí, para mí no hay diferencia». En este sentido, Pili añade: «Son de la familia, es muy bonito. Mi hermana Cherifa es una más de la familia, para mi padre era su niña, la familia no siempre es de sangre».
Las relaciones entre Castellón y el Sáhara se remontan a los tiempos del Protectorado de España sobre Marruecos. Además de las vinculaciones históricas, aún quedan memorias familiares de los jóvenes españoles destinados allí por el Servicio militar. Y sobre todo, antes y después de la autonomía del Sáhara, las relaciones sociales y culturales han persistido.
Un verano mejor
Vista la solidaridad en presente, «aquí pasan la revisión médica, pueden ir al dentista, al pediatra y tienen una alimentación saludable durante todo el verano». Además, aprenden una lengua y una cultura nuevas, y «nosotros aprendemos mucho de ellos», explica Flors.
Actualmente, con el reciente cierre de la sede en Vila-real, se mantienen activas dos asociaciones en la provincia dedicadas a esta acogida. Ambas expresan la necesidad del apoyo económico institucional para poder hacer frente al coste del programa y ampliar el número de niños acogidos. «Hay familias en lista de espera dispuestas a acoger pero faltan fondos para poder asegurar la llegada y el bienestar de los pequeños», explica la vocal y expresidenta de la asociación Smara Castellón, Pura Rodríguez.
De hecho, se encuentran a la espera de las subvenciones, y de momento sienten «incerteza sobre cómo afrontarán el coste de los vuelos y todos los gastos». Además, la vocal desengrana la labor tras estas iniciativas solidarias y necesarias: «Somos una asociación autogestionada, con equipos de trabajo muy reducidos y cada uno tiene, además, su trabajo y su familia».
Los saharauis dependen de la ayuda humanitaria para subsistir. Y de ahí la «necesidad imperiosa de ayudarlos» en todos los ámbitos esenciales para satisfacer sus necesidades básicas, expresa Omar.