Son los que más tiempo pasan con ellas. A estas alturas, probablemente hay detalles de obras como La Fragua de Vulcano en los que Velázquez nunca reparó y ellos sí. O de las Pinturas Negras de Goya, o de El Jardín de las Delicias de El Bosco. Y quizá estar todos los días en contacto con las musas de Tintoretto o Tiziano les haya puesto más cerca de las suyas propias, quién sabe. Pero el arte parece llamar al arte. Y por eso, el Museo del Prado expondrá, hasta el 14 de julio, las obras de quienes han estado más tiempo en sus salas: los vigilantes.

Talento interior. Creaciones de vigilantes de sala del Museo del Prado es el nombre de esta iniciativa que marca un hito en la historia de la institución, siendo la primera vez que se exponen las creaciones de sus trabajadores. Obras de diferentes disciplinas artísticas que nacen de la misma fuente de inspiración, la colección de escultura del Museo.

‘Sagunto’, de Erika Seguín, dentro de la exposición ‘Talento interior. Creaciones de vigilantes de sala del Museo del Prado’ | Erika Seguín | Museo Nacional del Prado

Un anuncio en la sala de descanso y muchas llamadas

«Es una responsabilidad muy grande», comenta Pablo Sánchez, uno de los vigilantes que forman parte de la muestra, en una comunicación con El Independiente. «Tu obra tiene que ‘competir’ con Goya, Velázquez, Murillo, Tiziano…». Los nombres le salen solos, y es incapaz de ocultar la emoción cuando dice que tanto él como sus compañeros están «infinitamente agradecidos al director del Museo» por dar luz verde al proyecto.

Uno que nació en 2020, cuando un grupo de vigilantes del Prado, liderado por Elena Díez, mostró sus obras en la exposición Ell@s los cuidan, ell@s los pintan en el Wilko Art Gallery en Madrid. Desde ese momento, el gusanillo de compartir hogar con Las Meninas aunque fuera temporalmente, se asentó en las mentes de Díez y Sánchez. Así que «mucho llamar a puertas, muchos mails, muchos certificados» y cuatro años más tarde, Talento interior ha podido ver la luz. Eso, y esperar al momento adecuado.

«El Museo quería que este año se le diera más protagonismo a su colección de escultura», explica Sánchez. «Y tanto Elena como yo, que hemos sido lo que hemos tirado más del carro, pensamos que no podía haber mejor momento para honrar al Museo del Prado que inspirándonos en lo que ellos querían destacar». Y por eso todas las obras tienen como leitmotiv obras escultóricas del Museo. Pusieron un anuncio en la sala de descanso, y las llamadas llegaron poco después.

La venus del delfín, de Pablo Sánchez, para la exposición ‘Talento interno. Creaciones de vigilantes de sala del Museo del Prado’ | Pablo Sánchez | Museo Nacional del Prado

‘Talento interno’ e ‘in situ’

Diez vigilantes conforman la autoría de la muestra, algunos de ellos con más de una obra, ya fuese creada antes o expresamente para la exposición. Y este segundo escenario es el caso de dos de los artistas, Julián Baena e Iván Correa. Ambos pidieron permiso al departamento encargado de los copistas en el Museo del Prado para poder ir por las mañanas y hacerlo in situ delante de sus musas escultóricas particulares, y Baena estuvo creando hasta dos días antes de que comenzase la exposición.

Vista de la sala 73 con el Diadúmeno, de Julián Baena. Óleo sobre lienzo, 46×38 cm )2024) | Julián Baena | Museo Nacional de

Y no es para menos. «Esto lo siento igual que cuando un actor gana un Óscar, que desde ese momento siempre le acompaña ese título», dice Sánchez. «Y desde el día en el que se inició la exposición, mi nombre va seguido de La persona que expuso en el Museo del Prado. Es que lo voy a llevar como segundo apellido«.

En el caso específico de Sánchez, él siempre se ha sentido atraído por el arte. Gaditano criado en Sevilla, fue en la capital andaluza donde estudió Historia del Arte. «Y yo sabía que lo que más me gustaba en el mundo era el arte, pero no encontraba mi voz», así que durante seis años no pintó nada. Hasta que, dos días más tarde de que consiguiera plaza como vigilante en el Museo del Prado, Elena Díez le preguntó si era artista, y si quería participar en la exposición de Wilko Art Gallery. «Y ese momento fue como si todos los engranajes de mi cerebro se alineasen, y desde entonces no he parado de pintar. Todo lo que no pinté en seis años, lo estoy haciendo ahora».

Pablo Sánchez: «El Prado te abduce»

Y en un ambiente de puro arte, ¿podemos esperar otra muestra con más obras de los vigilantes en el futuro? «A mí me gustaría muchísimo que esto se convirtiera en algo recurrente. Ya sea anual, cada dos años o como sea», reconoce Sánchez. «Y que no se apunten solamente los vigilantes. Es que imagínate cómo pinta el departamento de restauración. Imagínate«.

Por eso, la pregunta inevitable no es si el artista nace o se hace, sino: ¿el vigilante del Prado nace artista, o se hace artista? Sánchez diferencia dos grandes grupos de vigilantes: uno formado por profesionales que se han preparado específicamente para ser vigilantes o para cualquier otra oposición del Estado, y otro por personas que han estudiado Historia del Arte o Bellas Artes y encuentran en el Museo una manera de seguir trabajando en algo relacionado con lo suyo.

«Pasa una cosa muy curiosa, y es muy habitual que muchos opositores profesionales que aunque antes no les gustase la pintura o el arte en general, al final…», Sánchez hace una pausa para intentar encontrar las palabras. «Te abduce, el Prado te abduce. Y me parece la mejor de las abducciones».

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