Algunos tuvieron que salir a rastras. Muchos se resistieron atados a las puertas de sus casas. Las madres mordían a los agentes que les pedían que se fueran. Otros abandonaron sus hogares en los brazos de soldados. Hace casi dos décadas de su partida forzada, y ahora planean su tan ansiado retorno. La guerra contra Gaza, que está dejando el enclave palestino arrasado, ha devuelto la ilusión a los colonos israelíes. Traumatizados aún por la evacuación forzosa de los 21 asentamientos judíos en territorio gazatí en el 2005, estos grupos de judíos radicales ven en la desolación de la tierra palestina una promesa expansionista de futuro. Aunque, por ahora, son una minoría, ya hay miembros del gobierno y el Parlamento de Israel que abogan por volver a ocupar Gaza en cuanto se detengan las bombas.
Incluso hay grupos que no están dispuestos a esperar tanto. En marzo, un centenar de colonos cruzó el muro de separación con Gaza para empezar a levantar casetas de madera sin que el Ejército, observando a pocos metros, los detuviera. El Nuevo Nisanit lo llamaron, plantando, aunque sólo fuera de forma simbólica, la primera piedra de la segunda versión del asentamiento que fue desmantelado en el 2005. Algunos soldados los aplaudieron publicando vídeos en redes. Este movimiento alegó entonces que hay al menos 500 familias que se han ofrecido como voluntarias para volver a ocupar Gaza. Más allá de su misión mesiánica para retomar la tierra que Dios dio a los judíos, estos también defienden la importancia de volver a Gaza para mantener la seguridad de Israel. De paso, se harían con sus ricos recursos y su ansiada salida al mar.
“Hasta hace diez años, los colonos eran vistos como una minoría de chiflados y excéntricos”, apunta Nimrod Nir, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén experto en opinión pública. “Ahora han sido presentados y normalizados ante el público general, lo que los hace más aceptables para la sociedad”, explica a este diario. Cada vez son más. En el último año, la población de colonos en la Cisjordania ocupada ha aumentado un 3%, con más de medio millón de judíos radicales viviendo en asentamientos ilegales. Muchos consideran que la guerra en Gaza podría dar un nuevo impulso a este grupo demográfico, que, en los territorios palestinos ocupados, ya tiene una tasa de natalidad de 5,1 hijos por mujer. Desde el trágico 7 de octubre, los líderes colonos han abogado por volver a ocupar Gaza por pura supervivencia.
Revivir Gush Katif
En noviembre, las encuestas realizadas por el equipo de Nir registraron un pico de apoyo a la anexión israelí de Gaza. “Un 43% de israelíes la apoyaban, y otro 41% se oponían; desde entonces, el apoyo a la anexión ha disminuido sistemáticamente”, constata el profesor. A principios de junio, sus datos mostraban que casi el 50% se opone a la anexión y sólo un 33% la apoyan. Aunque son una minoría, hacen mucho ruido. Eso es en parte porque cuentan con representación en las instituciones. Los ministros de Finanzas, Bezalel Smotrich, y de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, son reconocidos e incendiarios líderes colonos. Desde el principio de la guerra, han defendido la destrucción total del territorio y el pueblo palestino para hacerse con sus tierras. Las que dicen los textos sagrados que les pertenecen.
Así lo exigieron en enero más de 5.000 personas, incluyendo 12 ministros y 15 parlamentarios, algunos del Likud, el partido del primer ministro Binyamon Netanyahu. Abanderados con los principios ultranacionalistas sionistas y amparados por el integrismo religioso judío, miles de activistas de derecha asistieron a la conferencia ‘Los asentamientos traen seguridad’ en Jerusalén. A su llegada, les recibía un enorme mapa verde de Gaza, salpicado de grupos de asentamientos judíos propuestos y coronado por una estrella de David en lo alto de la ciudad de Gaza. “No hay manera de ganar esa tierra sin reconstruir Gush Katif [el grupo de asentamientos evacuados en el 2005]; la Franja debería florecer con pueblos y ciudades judías”, dijo Ben Gvir ante un público eufórico. Un tercio del Gobierno de Netanyahu apoya la reocupación.
«Poco realista»
Por ahora, Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, han descartado el retorno por considerarlo “poco realista”. Pero los acontecimientos políticos de las últimas semanas demuestran que el mandatario israelí depende mucho más de lo que le gustaría de sus socios ultraderechistas. De momento, Netanyahu sigue ignorando los reclamos de su sociedad en las calles y de los líderes occidentales y continúa con la feroz ofensiva contra Gaza, que ya ha matado a 37.400 palestinos. Los representantes de los colonos han amenazado a Netanyahu varias veces con retirarle el apoyo si decide pactar un acuerdo de alto el fuego con Hamás. “Netanyahu nos dejó una oportunidad para regresar a Gaza; él invita a la presión que se ve hoy aquí”, dijo la principal líder de los colonos, Daniella Weiss, desde aquel encuentro masivo en Jerusalén. La misma Weiss que aboga por una “limpieza étnica” de palestinos frente a las cámaras de televisión.
A meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, los miembros de este movimiento sueñan con el retorno de Donald Trump para que les ayude a realizar su proyecto. Pese a la oposición de la Administración de Joe Biden a los asentamientos judíos, estos han seguido creciendo en la Cisjordania ocupada, y las voces que abogan por imitar el mismo modelo en Gaza se van haciendo más fuertes. “La mayoría de la sociedad israelí se opone a la expansión de las colonias especialmente ahora durante la guerra”, apunta Nir. “Sí que consideran que los asentamientos en Judea y Samaria [nombres bíblicos parala Cisjordania ocupada] ayudan a la seguridad de Israel pero se oponen a hacer cualquier cosa que pueda cambiar el status quo en Gaza y perder apoyos internacionales”, concluye. Pero el silencio y la inacción de Netanyahu respecto al día de mañana en Gaza no hacen más que reforzar los delirios expansionistas de sus aliados colonos.