Esa pregunta que titula esta reseña sobre un libro que trata de la justicia y su polémica realidad actual, es el texto literal de su sinopsis “¿Están nuestros jueces preparados para dejar sus creencias y su ideología fuera de las salas de juicio?”. La pregunta de la  hace el profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla y ex letrado del Tribunal constitucional, Joaquín Urías en su libro de reciente publicación La justicia en el banquillo’.

Joaquín Urías es un experto constitucionalista con una gran y destacada experiencia vital y profesional a sus espaldas y que, por decirlo claramente, “no se muerde la lengua”. En un país en el que en estos momentos -y antes también, pero menos escandalosa y descaradamente- da como cierto reparo, si no miedo, el criticar determinadas actuaciones judiciales controvertidas, Urías representa una voz libre, valiente y muy crítica cuando piensa que alguna actuación judicial es improcedente o cuestionable. A sus reflexiones le avala profesionalmente ser un experto e investigador de los derechos fundamentales y de la libertad de expresión y moral y éticamente, su largo recorrido como activista de derechos sociales y del mundo de los refugiados.

En La justicia en el banquillo’, publicado por Arpa Editores se parte de la base de que es la propia ciudadanía española la que desde hace un tiempo percibe a no pocos jueces como cargados de doctrina e ideología que los hacen convertirse en actores políticos. El supuesto respeto del que ha gozado la judicatura al existir una idea colectiva en la sociedad de que sus actuaciones se basaban en la neutralidad y sus comportamientos en la discreción, más allá de la legítima ideología que cada miembro pueda profesar, parece que ya no es tanto.

En el libro el autor plantea también algunas soluciones al problema, como los cambios en la propia formación de los jueces, el acceso por medio de las oposiciones o el sistema “fundamentalmente turbio” de los preparadores. También destaca los entornos familiares y sociales y las imposibilidades sociales y económicas de estudiar años para ser juez a todos los aspirantes. “Nuestros jueces tienen una conciencia de casta”, sostiene en ese sentido, el autor del libro.

Para Urías, si los jueces no son ideológicamente neutrales, todo el edificio del imperio de la ley se convierte en puro decorado. Sin embargo, el concepto de lawfare ha pasado al lenguaje cotidiano, las redes sociales y los medios de comunicación dan voz a decenas de jueces que protestan contra las leyes y los partidos políticos que no les gustan. “El sesgo nos lleva a que, por encima del legislador, prime la creencia del juez”.

Es una realidad palmaria que los altos tribunales, de manera cada vez más reiterada, dictan resoluciones controvertidas que además condicionan la política y sirven de instrumento de injerencia en la vida administrativa y pública. Es como si determinados jueces –no todos, afortunadamente- dejaran entrever sus ideas y creencias personales en autos, providencias y sentencias.

Mantiene el profesor sevillano la tesis de que  “muchos magistrados son tolerantes con los abusos policiales, permiten el lawfare cuando no participan activamente en él, sustituyen a los políticos a la hora de decidir sobre pandemias o cuestiones de oportunidad, etc.” El experto jurista cree que la política judicial no puede estar solo en manos de los jueces y critica la falta de moderación y la incontinencia de determinados jueces en sus expresiones en las redes sociales.

Sobre la Ley de Amnistía, el autor del libro es pesimista. Recientemente, afirmaba sobre ello que tenía “la intuición de que los jueces van a boicotear la aplicación de la ley de amnistía, presentando cuestiones de inconstitucionalidad. Y aun así, reinterpretarán lo que puedan para que no se aplique a quien ellos quieran. Inventarán lo que sea para que vayan a la cárcel los que ellos quieran, ya sea por terrorismo o por otra cosa… lo que se tiene que aplicar es la ley que vota el Parlamento, no la ley que quieren los fiscales y los jueces… la esencia del sistema democrático está en que los jueces y fiscales no reinterpreten la ley”. Algo, esto último, difícil de lograr por la tipología eminentemente conservadora.

Los jueces acaban refugiándose en la derecha de Abascal y Ayuso”

En esas mismas declaraciones, a propósito de la presentación de La justicia en el banquillo’, señalaba una reflexión política muy importante y de gran trascendencia: “La izquierda señala a la justicia y eso tiene efectos negativos porque en vez de irse al centro, los jueces acaban refugiándose en la derecha de Abascal y Ayuso”.

Joaquín Pablo Urías Martínez nació en Sevilla en una familia del barrio de la Macarena por parte de padre y madre. Estudiando Secundaria fue becado por el gobierno alemán para pasar el verano de 1984 en Bremen y Berlín. Se licenció en Derecho en la Facultad de Sevilla y lo compaginó con estudios de italiano y ruso. En 1992 impartió prácticas en Facultad de Ciencias de la Información. Durante los veranos del 90 al 92 trabajó en proyectos de solidaridad en la Unión Soviética, Turquía y el Kursdistán iraquí. En verano de 1993, en plena guerra, se unió a un proyecto de voluntariado en el mayor campo de refugiados de Yugoslavia. Después fue el coordinador del proyecto de reconstrucción social en ese campo. Desde entonces, y hasta 1999, compaginó sus investigaciones en Derecho Constitucional con largas estancias en campos de refugiados de Croacia y Bosnia. Entre 1995 y 1997 vivió entre Heidelberg (Alemania) y los campos de refugiados. En verano de 1999 entró junto a las tropas norteamericanas en el Kosovo recién liberado.

En 1997 leyó su tesis doctoral sobre ‘La tutela del ciudadano frente a las leyes’ con la máxima calificación. Desde el curso 1999-2000 se incorporó plenamente a la docencia en la Facultad de Ciencias de la Información. En 2000 gana la plaza de Profesor Titular de Derecho Constitucional. Simultáneamente, desarrolló una intensa actividad social en Sevilla. Durante tres años se integró en un proyecto de escolarización en el asentamiento chabolista de El Vacie.


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