La obra literaria de Oscar Wilde (Dublín, 1854 – París, 1900) goza de buena salud. Textos como El retrato de Dorian Grey o los maravillosos cuentos para lectores de todas las edades (El fantasma de Canterville, El ruiseñor y la rosa…) se siguen editando. Y quién no disfruta con su obra teatral, tan perfecta desde el punto de vista de las reglas escénicas (El abanico de Lady Windermere, El marido ideal, La importancia de llamarse Ernesto, etc.). Sin olvidar dos memorables textos escritos en los momentos más duros de su vida: La balada de la cárcel de Reading y De profundis (la impactante epístola remitida a Alfred Douglas, en 1897, desde la prisión).
Merlin Holland, nieto del escritor y especialista en la obra de su abuelo, es el editor de Oscar Wilde, una vida en cartas (Alba Editorial. Barcelona, 2024, 631 págs.), libro publicado en 2003, que ha traducido al castellano Alberto Mira. En la vida del escritor irlandés, se dan situaciones controvertidas y discutidas por los biógrafos, porque él mismo procuró mantener esas ambigüedades. Tampoco nos dejó unas memorias ni demasiadas referencias autobiográficas en sus escritos, por lo tanto, las cartas que, sin pretensiones literarias, escribió a parientes, amigos, etc., son documentos que permiten conocer mejor al escritor.
La primera edición fidedigna de la correspondencia de Wilde, de 1962, se completó en 1985 y, en el año 2000, con motivo del centenario de su muerte, se amplió hasta 1.562 cartas, acompañadas de numerosas notas explicativas. En cambio, el objetivo de esta edición es acercar la correspondencia del autor irlandés a un público no erudito, para el que Merlin Holland ha seleccionado 400 cartas, acompañadas de breves comentarios. Textos que atestiguan que Oscar Wilde era un gran trabajador, preocupado por los problemas de la sociedad de su tiempo, y que la formación filosófica y literaria que había adquirido era notable. Como no solía fechar la correspondencia, el editor ha tratado de deducir el dato con ayuda de otros documentos.
La cartas seleccionadas se han agrupado en nueve apartados: Estudiante, Fascinando a Londres, Descubriendo América, El rebelde conformista, A contrapelo, El preso, Cierta forma de libertad, Segunda vuelta y Años finales. Incluso en los momentos más dramáticos, nunca faltan los toques de humor. En el epílogo, se añade la carta de su amigo Robert (Bobie) Ross a Adela Schuster –dama londinense que ayudó a Wilde al salir de la cárcel y se interesó por él–, sobre los últimos meses de la vida del escritor y sobre las causas del fallecimiento en el exilio francés. El libro se cierra con el Índice de destinatarios y con el Índice onomástico.