En el complejo mundo de la salud femenina, los miomas uterinos son una preocupación común pero a menudo malentendida. Estas masas benignas pueden aparecer desde la adolescencia hasta la menopausia, que muchas veces se pasan por alto, porque la mayoría no producen síntomas. Sin embargo, cuando se hacen sintomáticos pueden influir  significativamente en la salud y la calidad de vida de las mujeres e incluso afectar a la salud reproductiva .

Los miomas uterinos son tumores benignos, que se desarrollan en el útero, específicamente en el tejido muscular del mismo. Estas masas pueden variar en tamaño, desde pequeños nódulos hasta crecimientos más grandes que pueden distorsionar la forma del útero.

Prevalencia y factores de riesgo

Los miomas uterinos son una condición bastante común en las mujeres en edad reproductiva, especialmente en aquellas entre los 30 y los 50 años. “Sabemos que solo aparecen en edad reproductiva. Las niñas, antes de tener su primera regla, no tienen miomas y una abuelita tampoco desarrolla miomas y, si los tiene, son los que tenía cuando estaba en su edad reproductiva”, explica Manuel Albi González, jefe del departamento de Ginecología y Obstetricia de la Fundación Jiménez Díaz, hospital integrado en la red pública madrileña (Sermas).


Se estima que al menos una de cada tres mujeres desarrollará miomas uterinos en algún momento de su vida, aunque algunos cálculos van más allá, según señala el doctor Albi. “Los miomas son tremendamente frecuentes, muy frecuentes; y si decimos que una de cada dos mujeres van a desarrollar un mioma a lo largo de su vida, probablemente estemos diciendo la verdad”.

Impacto en la salud reproductiva

La aparición de los miomas es tan frecuente que la doctora Laura Pineda, del servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital madrileño lo ilustra así: “El mioma es al útero como una peca es a la piel”. No obstante, existen factores que predisponen a la aparición de miomas, como son la obesidad, los antecedentes familiares o el color de la piel. “En las personas de raza negra es más prevalente que en las de raza blanca, pero se ve en todas las mujeres del mundo”, señala Pineda.

Sin embargo, debido a menudo a la falta de síntomas, muchas mujeres pueden tener miomas sin ni siquiera saberlo. “La inmensa mayoría de los miomas no producen síntomas y un porcentaje muy elevado se descubre de forma incidental por una revisión ginecológica”, explica el doctor Albi.

Los síntomas de los miomas uterinos pueden variar ampliamente dependiendo del tamaño, la ubicación y el número de los mismos. Algunas mujeres pueden experimentar síntomas leves o incluso ninguno, mientras que otras pueden enfrentarse a síntomas que afectan su calidad de vida. Los síntomas comunes incluyen períodos menstruales abundantes y prolongados, dolor pélvico o presión o micción frecuente.

Perspectivas en el embarazo

La presencia de miomas uterinos puede tener un impacto significativo en la capacidad de una mujer para concebir y llevar a término un embarazo exitoso. Dependiendo de su ubicación y tamaño, los miomas pueden interferir con la implantación del óvulo fertilizado, aumentar el riesgo de aborto espontáneo o parto prematuro, o causar complicaciones durante el parto. “Lo que importa realmente es la localización, es una de las pocas indicaciones que tenemos para hacer un tratamiento previo al embarazo”, nos explica Raquel Senosiain Echarte, ginecóloga de la Fundación Jimenez Díaz. “Cuando el mioma está dentro de la cavidad uterina actúa como el hueso de un aguacate; es decir, interfiere, dificulta, hace diferente el entorno donde se va a localizar el embrión y lo puede dificultar”, señala la ginecóloga.

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Sin embargo, muchas mujeres con miomas pueden quedar embarazadas y llevar a término un embarazo saludable con el tratamiento adecuado y el monitoreo médico continuo. “La mayoría de los embarazos transcurren de forma normal y las complicaciones no son frecuentes; de hecho, no llegan a un 10%. Y eso no debe interferir, ni presionar ni condicionar la búsqueda gestacional”, explica la experta. “A mí me cuesta tirar la toalla. Yo he visto situaciones insólitas que me han demostrado que la biología es mucho más sabia que lo que nosotros podemos adelantar. A mí me costaría mucho decir a una mujer que tenga un útero miomatoso que no lo intente si quiere quedarse embarazada”, explica Senosiain.

Tratamientos para los miomas

Existen diversas opciones de tratamiento disponibles para abordar los miomas uterinos y aliviar los síntomas asociados.

Los miomas que no producen síntomas, no precisan tratamiento, exceptuando los situados en el interior de  la cavidad uterina de aquellas mujeres que tienen deseo de ser madres, este tipo de miomas deben de ser extirpados por histeroscopia   La elección del tratamiento adecuado dependerá además de la existencia de síntomas,  de factores como la edad de la paciente, el tamaño y la ubicación de los miomas y el deseo de preservar la fertilidad.

Uno de los enfoques comunes para el manejo de los miomas uterinos es el tratamiento farmacológico, que puede incluir medicamentos como los agonistas de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH), los anticonceptivos hormonales y los antiinflamatorios no esteroides (AINEs). Estos medicamentos pueden ayudar a reducir el sangrado menstrual abundante y aliviar el dolor.

Otra opción de tratamiento es la terapia con dispositivos intrauterinos liberadores de levonorgestrel, que pueden ayudar a reducir el sangrado menstrual y los dolores asociados con los miomas.

Existen tratamientos orientados a destruir las celulas del miomas, entre ellos la embolización de los vasos que llevan la sangre al mioma, la radiofrecuencia o los ultrasonidos.  

Alternativas quirúrgicas

Para mujeres que desean preservar su fertilidad, la miomectomía es una opción quirúrgica que implica la extirpación de los miomas mientras se conserva el útero. Los miomas que se sitúan en la cavidad del útero deben resecarse con una intervención menor conocida como histeroscopia, en la que se introduce una cámara minúscula a través del cuello del útero y con un bisturí del mismo tamaño se recorta el mioma hasta extraerlo y dejar la cavidad uterina normalizada. La miomectomía para otras localizaciones requiere cirugía abdominal que puede realizarse  por laparoscopia o por laparotomía

En algunos casos  la histerectomía puede ser necesaria, lo que implica la extirpación completa del útero, especialmente si la paciente no tiene deseos de preservar su fertilidad. Los miomas son tumores benignos. Existe un tumor maligno del útero, un cáncer muy poco frecuente que llamamos sarcoma (leiomiosarcoma) y que puede presentarse de forma similar a un mioma “Siempre que tenemos un mioma delante, cualquier ginecólogo se hace la pregunta de si no será un sarcoma y lo que nos hace pensar en un sarcoma es el comportamiento anormal de un mioma”, señala Albi.

En cualquier caso, el diagnóstico (no se biopsian los miomas antes de tratarlos) de los departamentos de Anatomía Patológica es fundamental. En el laboratorio, bajo la lupa del microscopio, podremos saber si lo extirpado es un sarcoma o leiomioma benigno. “Es absolutamente infrecuente que podamos encontrar un sarcoma cuando la evolución y lo esperable era que fuera un mioma. Es decir, lo más frecuente es que si un mioma parece un mioma y se comporta como un mioma, es un mioma, y los miomas, como digo, no tienen capacidad oncológica”, recalca la doctora Pineda.

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