El Ejército israelí intensificó este viernes sus ataques e incursión en el corazón de la ciudad de Rafah, sur de Gaza, como en su costado occidental; causando según fuentes médicas al menos 25 muertos en un ataque contra tiendas de desplazados -que no se atribuye-, y gran destrucción en barrios residenciales.

Según confirmaron a Efe fuentes palestinas, los ataques se concentran ahora en Al Auda, en el centro de la ciudad de Rafah, y en Tal al Sultan, un barrio en el noroeste. Las zonas sur y este ya están bajo su control semanas después de que los tanques israelíes iniciaran su incursión en la urbe, el pasado 6 de mayo.

«Toda la ciudad de Rafah es un área de operaciones militares israelíes», dijo el viernes Ahmed al Sofi, alcalde de Rafah, en un comunicado difundido por el grupo islamista palestino Hamás en Telegram. «La ciudad vive una catástrofe humanitaria y la gente está muriendo dentro de sus tiendas debido a los bombardeos israelíes».

Sofi añadió que no queda ningún centro médico funcionando en la ciudad y que los residentes y desplazados -según UNRWA unas 65.000 personas, si bien antes de la incursión militar eran 1,4 millones de gazatíes los refugiados en Rafah- no pueden cubrir sus necesidades diarias de comida y agua.

El tercer punto de intensa actividad militar, según informaron fuentes locales a Efe, sigue siendo el denominado corredor de Filadelfia, la línea fronteriza de 14 kilómetros con Egipto que Israel aspira a controlar, según fuentes castrenses, a fin de cortar la red de túneles que abastece a Hamás y le ayuda tanto a rearmarse como a atacar.

En este área la destrucción de infraestructura está siendo absoluta, y se ha creado una especie de franja de amortiguamiento, al igual que en el Barrio Saudí de Rafah (oeste), donde unidades de ingenieros del Ejército están volando edificios residenciales.

Niños sin ganas de vivir

Desde el viernes por la mañana, al menos 25 gazatíes fallecieron y 50 resultaron heridos tras un bombardeo israelí contra tiendas de desplazados en Al Mawasi, al noroeste de Rafah, según el Ministerio de Sanidad, suceso que el Ejército israelí, tras una investigación preliminar, asegura desconocer pero dice estar investigando.

En la norteña ciudad de Gaza, al menos 17 gazatíes murieron: diez después de que cazas israelíes bombardearon una vivienda en Beach Camp, cinco funcionarios municipales en un ataque en el centro de la urbe y otros dos en ataques en el barrio de Zeitun, informó la agencia palestina Wafa.

Además, dos gazatíes más perdieron la vida hoy al norte de la ciudad de Rafah, en el barrio de Khirbet al Adas, según fuentes palestinas, lo que aumentaría el número total de muertos a 37.470 en ocho meses y medio de ofensiva israelí.

En el norte, la falta de comida y de alimento sigue siendo una cuestión crítica. Según datos de la ONU del 1 al 18 de julio, de las 61 misiones coordinadas de asistencia humanitaria al norte de Gaza solo 28 -el 46% – fueron facilitadas por las autoridades israelíes, detalla la Agencia de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

«La ausencia de alimentos saludables y agua potable acelera la propagación de enfermedades», alertó hoy en un comunicado Hosam Abu Sfiya, el director del Hospital Kamal Adwan, en el norte de la Franja. «No hemos recibido ningún suministro esencial en el norte de la Franja de Gaza, especialmente alimentos para niños».

La realidad en el enclave es que solo una ínfima minoría puede comer de forma regular, ante la ausencia de alimento o los precios inasequibles. Muchos lo hacen una vez al día y faltan leche y papillas, denuncian organizaciones sobre el terreno. Además, la escasez de combustible obliga a quemar plástico o leña para cocinar.

Algunas enfermedades están resurgiendo, como la hepatitis y la gastroenteritis.

«Todo lo que podemos ofrecer son algunas soluciones médicas para niños desnutridos», continuó Hosam Abu Sfiya. «Exigimos la entrada de combustible, alimentos y suministros médicos».

Por su parte, la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) advirtió del trauma psicológico que la guerra está causando a los niños gazatíes, con algunos sin ganas de seguir viviendo rodeados de tanta muerte.

«Lo que estamos viendo en los niños pequeños, especialmente, son síntomas de depresión porque lo han perdido todo. Han perdido a sus padres, a sus hermanos, su casa, sus juguetes, todo lo que hacía que su vida diaria fuera normal», dijo la organización en un comunicado.

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