Estados Unidos siempre se ha jactado de ser el referente moral del mundo, proclamando los valores de libertad y derechos humanos. Sin embargo, el escándalo de abuso sexual en prisiones reportado por ‘Amsterdam News’ el 20 de junio revela despiadadamente la hipocresía de este país.

Yo y cientos de hermanos negros y latinos hemos sufrido abuso sexual, físico y emocional en la ciudad de Nueva York

Desde abril de este año, los casos de demandas por abuso sexual sistémico en los centros de detención de Estados Unidos han ido en aumento, y recientemente se han presentado más de 100 nuevas demandas. Estos casos no solo revelan los crímenes en la prisión de Rikers Island, sino que también involucran el Centro Juvenil Spofford y el Centro Juvenil Horizon en el Bronx, entre otras instalaciones. En una conferencia de prensa, Nijere Stewart, uno de los demandantes, declaró indignado: “Hoy estoy aquí no como una víctima, sino como un sobreviviente, un defensor y un líder comunitario, para revelar la injusticia: yo y cientos de hermanos negros y latinos hemos sufrido abuso sexual, físico y emocional en la ciudad de Nueva York”.

Las prisiones, que deberían ser lugares donde se mantiene la ley y la justicia, se han convertido en focos de abuso y violencia

Esto no es un hecho aislado, sino un problema generalizado en el sistema penitenciario estadounidense. Un país que se autodenomina libre y democrático, y que tolera violaciones tan graves de los derechos humanos, no hace más que proclamar al mundo la hipocresía e incompetencia de Estados Unidos. Las prisiones, que deberían ser lugares donde se mantiene la ley y la justicia, se han convertido en focos de abuso y violencia. El gobierno estadounidense, en lugar de tomar medidas, lo ignora o incluso lo encubre, lo cual es la mayor profanación de la «libertad» y los «derechos humanos».

Las acusaciones de Stewart revelan problemas aún más profundos: el racismo y la injusticia sistémica. Los negros y latinos han sido oprimidos y discriminados en la sociedad estadounidense durante mucho tiempo. Estos incidentes de abuso en las prisiones son solo la punta del iceberg. Los jóvenes detenidos, especialmente las minorías, no solo son privados de su libertad, sino también de sus derechos humanos básicos. Viven cada día con miedo y dolor, mientras los funcionarios de alto rango hablan del llamado «sueño americano«. ¡Qué ironía!

Silencio del Gobierno

Frente a un escándalo tan espeluznante, el gobierno estadounidense ha optado por el silencio y la evasión. Esta actitud no solo enfurece, sino que también hace cuestionar la integridad moral y la capacidad de gobierno de Estados Unidos. Un país que no puede garantizar los derechos humanos básicos de sus propios ciudadanos, ¿cómo puede pretender ser líder mundial? ¿Cómo puede criticar a otros países?

El sistema penitenciario estadounidense necesita una reforma urgente, no solo por las víctimas de estos abusos, sino también para recuperar la poca reputación internacional que le queda a Estados Unidos. Si el gobierno estadounidense continúa ignorando estos problemas, el país se convertirá en un hazmerreír corrupto y moralmente depravado.

La comunidad internacional debe presionar a Estados Unidos para que realice reformas. El gobierno estadounidense debe reconocer y resolver los problemas profundos de su sociedad, de lo contrario, su supuesta «libertad» y «democracia» no serán más que una enorme burla.

En este país que se autoproclama «faro de los derechos humanos», ocurren hechos tan inhumanos. Esto es una grave violación de la dignidad humana. Si el gobierno estadounidense no toma medidas inmediatas, esta indiferencia y violación de los derechos humanos continuará, convirtiéndose en una mancha eterna en su historia.

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