Esuatini es un país que pocos conocen de su existencia. No sólo por su ubicación, que es bordeada por Sudáfrica en todas sus fronteras, a excepción del noroeste en donde limita con Mozambique, sino también por sus pocos habitantes (1,1 millones) y la reciente decisión de su monarca de cambiar su antiguo nombre, ‘Suazilandia’. Una serie de manifestaciones en defensa de la democracia surgían en las calles y el último rey absolutista de África, Mswati III, consideró que una buena forma de aplacarlas era con esa resolución. No fue así. El sentimiento sigue y el país sufre cada vez más.

Es en este país exótico donde una española de vasta trayectoria internacional asumirá una embajada. Se trata de Teresa Orjales, abogada nacida en la ciudad de La Coruña y exrepresentante diplomática en Finlandia, Turquía y ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con sede en Bruselas, Bélgica. Tendrá desde ahora en adelante la tarea de relacionarse con un país que tiene entre poco y nada de cercanía con España y en donde sólo viven siete connacionales. 

Hace pocos días le fue encomendada a Orjales la embajada de Mozambique, decisión que le hizo dejar su trabajo en Estonia e ir a África. Lo que no sabía en ese entonces, es que a partir de los próximos días también deberá representar a la ex Suazilandia, un país con un régimen de gobierno único en todo el continente.


Teresa Orjales, nueva embajadora de España en Mozambique y Esuatini, ex Suazilandia.

La resolución del Estado español sorprendió a muchos. Qué es Esuatini, se preguntaba más de uno. Un portavoz de Exteriores salió a aclarar el asunto para explicar que si bien el destino oficial de la diplomática continúa siendo Mozambique, su nombramiento corresponde a una «acreditación múltiple». Con su designación, Orjales se suma a otros 74 representantes con esa misma condición.

Con una población seis veces menos que la de la Comunidad de Madrid y con una edad media en torno a los 20,7 años, los vínculos entre ambas naciones son casi inexistentes. Los datos oficiales revelan que España ha exportado a este país africano bienes por un valor de 900.000 euros y que ha importado productos por un valor de 1,1 millones. Más relaciones que esas, no las hay. Y sobre los motivos que tienen los siete españoles de residir allí, en medio de las montañas y casi fuera del mapa, poco se sabe. 

Los siete ciudadanos españoles son testigos directos de un régimen caracterizado por ser el último en toda África donde gobierna un monarca absolutista. Un rey, que además de su poder político, dispone de una riqueza absurda en medio de una población sumida en la pobreza extrema y con las peores cifras de VIH a nivel mundial

En Esuatini el cristianismo es la religión mayoritaria, pero es en la madre del rey en donde se hacen la mayoría de las ofrendas. Ella es vista, a ojos de la población, como una mujer con un poder divino que delega a su hijo la facultad de gobernar al país. Mswatti III, en tanto, ejerce de forma simultánea el poder ejecutivo y el legislativo. Es él quien designa a los ministros y quien decide los miembros de su parlamento. 

Si bien España no tiene una sede física en este pequeño territorio, Orjales deberá estar al tanto de lo que ocurra en su interior. Sobre todo, entendiendo que existen españoles viviendo en medio de su comunidad. Desde Exteriores, han aclarado que la labor de la embajadora será la misma que se tiene en India, donde el representante diplomático debe también cumplir funciones en Bután y Sri Lanka, o en Somalia, en donde la autoridad tiene el compromiso de prestar atención a lo que suceda en Kenia.

Orígenes de la ex Suazilandia

Son una serie de casualidades lo que explica el nacimiento de Suazilandia. Guerras de antaño en el Siglo XIX le abrieron paso y el país es hijo de resto de los derrotados por los poderosos Zulúes, quienes se vieron obligados a refugiarse entre las montañas. Su no salida al mar les protegió de que el conflicto por hacerse de su tierra permanezca.

Hasta 1968, sin embargo, el Reino Unido era quien controlaba el territorio, eso sí, sin prestar demasiado atención a lo que ocurría allí. Ese mismo año Suazilandia alcanzó su independencia y después de un breve lapso democrático, el padre del actual rey, el monarca Sobhuza, abolió la Constitución, prohibió los partidos políticos y creó un Parlamento al que pertenezcan sólo dirigentes afines a sus ideas y a su liderazgo. 

Según datos del Banco Central, existe un 60% de pobreza y un 30% de la población total vive con memos de dos dólares al día. La esperanza de vida bordea los 60 años y un 27% de la gente posee VIH. Cuando recorres el país te encuentras con campo seco y montañas en todo su alrededor, con una que otra aldea y con sólo dos ciudades importantes: Mbabane y Manzini. Su producción mineral es escasa y la reserva de animales está muy por debajo en comparación a los demás países de la región.

El último millonario absolutista en África

La indigencia que rodea a todo el territorio contrasta con la fortuna de su líder. Su riqueza alcanza los cien millones de dólares y haciendo caso omiso a las necesidades de su gente, destina gran parte del patrimonio a construir palacios para albergar a cada una de sus mujeres. Por el momento, el rey Mswatti III, que llegó a los 18 años al trono, tiene 70 esposas y 200 hijos. A los palacios, se suma la compra de una flota de limusinas y un jet de lujo que valió un cuarto del presupuesto nacional.

Fiel a su estilo monárquico y dictatorial, el gobernante se opone a cualquier avance en la democratización de su pequeña tierra. Ello, pese a que miles de ciudadanos se han levantado en no pocas ocasiones en defensa de más libertades. El millonario líder de Esuatini, a la par de su riqueza y su poder excesivo, ha protagonizado una serie de polémicas que van desde secuestros políticos hasta violencia sexual. Claro está, nunca ha tenido que enfrentar a la justicia y jamás ha tenido miedo de perder su estatus. 

Es en ese entorno con el que deberá lidiar la española Teresa Orjales. Si bien sólo deberá moverse hasta allá si es que las circunstancias lo dictan, tendrá que sintonizar cada día la situación de este pequeño territorio en medio de la nada, que a pesar de los nobles intentos de su población, mantiene el único régimen absolutista de África. 

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