Nico Williams durante el partido / EFE

Nos tocan los italianos. Un clásico. Hasta los cuartos de final de la Eurocopa de 2008, los italianos eran siempre como ese hermano mayor que siempre es más alto que tú, más listo que tú, y tiene más pasta que tú. Casillas al principio y Cesc al final rompieron el maleficio y desde entonces les miramos de igual a igual. Mientras Nico Williams empieza a hacer de la suyas nada más empezar, caigo en la cuenta de que Italia lleva unos años esquizofrénica y dubitativa: lo mismo gana la Eurocopa de 2020 contra Inglaterra en Wembley que no se clasifica para el mundial de Quatar. Pero como son rastreros, vengativos y asquerosamente estilosos y atractivos, con los italianos no hay que confiarse nunca, nunca.

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