Ni Salvador Illa ni Carles Puigdemont. El papel de aspirante al primer pleno de investidura fijado para el día 26 ha quedado vacante. Ni el presidenciable del PSC ni el de Junts quieren exponerse a un intento fallido con el argumento de que hay dos meses por delante para intentar lograr los apoyos, pero cada uno de ellos, fruto de su estrategia negociadora, tiene sus motivos particulares para no dar todavía el paso. El dirigente socialista quiere esperar porque cree poder amarrar los 68 votos necesarios para prosperar, mientras que el posconvergente trata de acompasar el calendario del Parlament con el de su regreso a Catalunya.

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