Turistas en Madrid. / EFE

El turismo de masas empieza a provocar en las grandes ciudades efectos parecidos a los de las plagas de langosta sobre los cultivos de cereales. El que lo practica no se da cuenta del daño que ocasiona. De hecho, está convencido de que, además de ayudar a la economía del país que visita, se lo pasa bien. Ha consumido tanto dinero y tantas energías en viajar a la otra punta del mundo que no tiene otro remedio que engañarse. De ahí que no pare. Si para, se deprime. En los concursos de la tele todo el mundo dice que quiere el dinero para viajar. ¿Con qué criterio? Con el de la lejanía. Cuanto más remoto sea el destino, mejor. Por eso Japón constituye un objetivo recurrente para los españoles y España una meta habitual para los japoneses.

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