Amos Hochstein es más silencioso que Antony Blinken, pero también ha cosechado más frutos que nadie para la diplomacia de los Estados Unidos de Joe Biden. Aunque oficialmente es asistente adjunto del presidente, el alcance de su trabajo es extraoficial. Hochstein, que empezó como asesor energético en la Administración Obama, ha trepado las escaleras del Pentágono hasta subirse a la cima en los últimos cuatro años.

Ahora, en medio de la guerra en Gaza y con la amenaza implacable de una escalada regional, visita Líbano e Israel para evitar una guerra abierta entre Hezbolá y las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI).

Es el hombre multiusos del Pentágono. El medio estadounidense Jewish Insider lo describe como alguien que transgrede el perímetro de cualquier puesto, y que se está definiendo cada vez más como el encargado de solucionar «los problemas mundiales más difíciles, desde México hasta África y Oriente Medio». Empezó con Barack Obama en 2014 como subsecretario de Estado de Recursos Energéticos. Ese mismo año trabajó como intermediario en el acuerdo de venta de gas que poco después firmarían Israel y Jordania.

Desde entonces, Hochstein ha sido el comodín de las administraciones demócratas en materia de seguridad energética y diplomacia global. El republicano Donald Trump prescindió de él durante su mandato (2017-2021), y en su lugar se sirvió de Francis R. Fannon. Aunque se perdió las negociaciones de los Acuerdos de Abraham, el asesor de Obama volvió al deber en 2021 llamado por el que había sido vicepresidente en el anterior mandato demócrata.

En 2022, tras la invasión rusa de Ucrania, medió en las negociaciones entre Grecia y Turquía sobre el reparto del mar Egeo, hasta que se alcanzó un acuerdo provisional. Llevó a cabo negociaciones similares entre el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan y Chipre. También participó en el diseño de las sanciones estadounidenses a Irán por su desarrollo nuclear. El mismo año, fue el mediador designado por EEUU para conseguir un acuerdo que resolviera la disputa marítima entre Israel y Líbano. Esta fue la primera seña de entendimiento entre ambos países, que técnicamente siguen en guerra.

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Hochstein es israelí de nacimiento, y sirvió en el Cuerpo de Blindados de las Fuerzas de Defensa Israelíes. En los últimos años, ha sido el recurso de Biden cuando las cosas se han puesto serias, pero no sólo en el campo de la energía. Ahora, tras ocho meses de conflicto en Gaza, parece que la mayor amenaza para el candidato demócrata es la apertura de un nuevo frente en el norte de Israel contra Hezbolá.

En realidad, Hochstein lleva meses yendo y viniendo de Washington a Beirut, pasando por Tel Aviv, El Cairo y Doha. «Ha estado recopilando comentarios y observaciones sobre la política estadounidense desde el inicio de la guerra en Gaza, tanto del lado catarí como del libanés», señaló ya en enero una fuente diplomática al diario libanés L’Orient-Le Jour. El israelí incluso ha llegado a negociar directamente con figuras cercanas a Hezbolá. «También está trabajando duro para preparar el terreno para nuevas discusiones sobre la demarcación de fronteras terrestres», informó el medio beirutí.

Con la demarcación de las fronteras terrestres, L’Orient-Le Jour se refería a sustituir la Línea Azul —línea de retirada provisional que dejó la invasión israelí del sur de Líbano— por una frontera reconocida por ambas partes. «El conflicto a ambos lados de la Línea Azul entre Hezbolá e Israel es prolongado. Basta ya. Hay muertos inocentes, propiedades destruidas, familias desplazadas, la economía libanesa sigue cayendo y el país está sufriendo, sin un buen motivo», dijo este martes Hochstein tras una reunión con el presidente del Parlamento de Líbano, Nabih Berri (chií) que dirige el movimiento Amal (Esperanza), aliado de Hezbolá y que también ha lanzado cohetes contra Israel.

Hezbolá, respaldado por Irán, lleva ocho meses intercambiando disparos con Israel en paralelo a la guerra de Gaza. La semana pasada, el grupo disparó las mayores andanadas de cohetes y drones de las hostilidades hasta la fecha contra instalaciones militares israelíes, después de que un ataque israelí matara al comandante de mayor rango hasta la fecha. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, advirtió recientemente de que el Ejército israelí «está preparado para una acción muy poderosa» en la frontera con Líbano. En respuesta, el ‘número dos’ de Hezbolá, Naim Qassem, advirtió de que una expansión del conflicto derivaría en «devastación y destrucción» en Israel.

En su visita de esta semana, el enviado especial de Biden ha alertado de que la situación «es extremadamente peligrosa», y ha asegurado de que sus esfuerzos por «evitar una guerra a gran escala» persisten. Un posible acuerdo de alto el fuego en la Franja de Gaza debe ser seguido por «otra solución política que ponga fin al conflicto a ambos lados de la Línea Azul y cree las condiciones para el regreso de los desplazados a sus hogares», dijo.

El lunes, en Israel, Hochstein se reunió con Netanyahu, unos días después de que el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, descartara que el país vaya a sumarse a una iniciativa promovida por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, para crear un grupo de contacto «trilateral» junto a Estados Unidos para intentar rebajar las tensiones en la frontera con Líbano.

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