A falta de sólo seis días para el pleno de investidura, el inicio de la ronda del presidente del Parlament, Josep Rull, sólo demostró este martes que no hay expectativas de que haya candidato.
ERC tiene la llave y negocia a dos bandas, con el PSC de Salvador Illa, y con el Junts (Carles Puigdemont). La secretaria general de los republicanos, Marta Rovira, se inclina por esta segunda opción, según fuentes de su entorno.
El plan que ofrece expresident fugado a la número uno en funciones de ERC, también huida de la Justicia, seduce con argumentos: que no gobierne un «españolista», forzar la repetición electoral, acudir a ella en una lista conjunta y, «una vez ganadas las nuevas elecciones», repartirse el Govern al 50%.
De momento, no hay encuestas que confirmen esa pretendida victoria electoral de un nuevo Junts pel Sí, la marca electoral con la que ERC y la antigua Convergència se presentaron en 2015 unidas a las autonómicas. Una cita con las urnas que desembocó en el veto de la CUP a Artur Mas y la presidencia de Puigdemont, a pocas horas de que expirara el plazo para una nueva convocatoria electoral.
Pero fuentes de ambos partidos reconocen que hasta los (malísimos) resultados de las europeas para Junts y ERC auguran que esta coalición de conveniencia sería la primera fuerza.
Además, con ese movimiento las dos formaciones ganarían: por un lado, se refuerza el bloque independentista, que atraviesa su peor momento desde hace décadas. Por otro, Puigdemont se da una nueva oportunidad de lograr la «restitución» de su cargo, como él la llama. Y finalmente, Esquerra puede sacar más representación y preservar poder sin tener siquiera un líder visible.
En solitario, los republicanos no se pueden permitir una repetición electoral en otoño, porque ERC no tiene rumbo ni líder: Pere Aragonès se retira, Oriol Junqueras sigue inhabilitado (y ahora, además, dimitido como presidente del partido) y Rovira permanece fugada en Suiza.
Entre tanto, la batalla interna es salvaje, con acusaciones cruzadas, firmas de manifiestos públicos de carácter personal, y las bases en rebeldía. Pero hasta el 30 de noviembre, fecha prevista para el congreso que debe renovar la Ejecutiva de ERC y su proyecto, el partido permanece en stand by.
Pero acudir a las urnas con Puigdemont de cabeza de cartel y con un independentismo de nuevo unido, opinan las fuentes de ambas formaciones, les llevaría a ganar las elecciones… y con más representación que la de la mera suma: el sistema D’Hondt favorece a la primera lista, y «la unidad de acción debería recrecer los apoyos electorales».
Días perdidos
A la negociación le quedan sólo días, y aun así, era este martes cuando el PSC inició sus contactos oficiales con ERC. A la mañana siguiente de que Illa anunciara que necesitará más tiempo y que el próximo martes 25 de junio, cuando está convocado el debate de investidura en el Parlament de Cataluña, él no presentará su candidatura.
A la cita acudieron seis personas del lado del PSC y cinco de Esquerra. Del lado socialista, Ferran Pedret, Alícia Romero, José Luis Jimeno, Joaquín Fernández, Lluïsa Moret y Javier Villamayor. Y del republicano, Josep Maria Jové, Marta Vilalta, Juli Fernàndez, Oriol López y telemáticamente, Marta Rovira.
Así, aunque hayan pasado casi 40 días desde las elecciones, aun después de la constitución de la Mesa, el PSC ha dejado correr ocho días más. Así que el encuentro sirvió, simplemente, de toma de contacto.
«Este martes, 18 de junio, los equipos negociadores del PSC y ERC han mantenido una reunión en Barcelona que ha servido para iniciar las negociaciones», se leía en una nota conjunta, «y ambos equipos se han emplazado a seguir trabajando«.
Esquerra, como decíamos, tiene abiertas las dos opciones… aunque nadie sabe, finalmente, quién decidirá al final si Illa o Puigdemont. Ni en qué argumentos se basará.
Porque, en todo caso, serán las bases del partido, las que determinen lo que pasa. «Son 9.000 personas con derecho a voto«, esencialmente con más peso independentista que progresista en su motivación, «así que no hay garantías de nada«, se acuerde lo que se acuerde… y con quien se acuerde.
Las cuentas
Los números son los siguientes: sólo dos líderes se quieren presentar, Illa (PSC, 42 escaños) y Puigdemont (Junts, 35), pero ninguno tiene los apoyos para ser president.
La mayoría absoluta, fijada en 68 votos, sólo es alcanzable por el socialista. Pero la llave, en manos de ERC (20), se acerca cada vez más a girar hacia el apoyo al líder fugado en Waterloo. Y por tanto, al bloqueo.
Si Esquerra atrajera al PSC a sus reivindicaciones insalvables, Illa sí podría sumar 68 (añadiendo a los seis diputados de los Comuns). Pero en el entorno de la secretaria general se rechaza esa opción por, al menos, dos razones.
La primera, porque «el modelo de país del PSC es opuesto al nuestro», explica un colaborador de la líder republicana.
Y la segunda, porque aunque ganarían tiempo para rearmarse, lo tendrían que hacer en un ambiente irrespirable: «Cada semana, en el Parlament, desde Junts los machacaríamos llamándolos botiflers [traidores]», reconoce un portavoz del partido de Puigdemont.
Pero apostar por el expresident fugado lleva al bloqueo. Frente a él se armará, con toda probabilidad, una mayoría de otros 68 noes, al menos (los 42 del PSC, más los 15 del PP y los 11 de Vox), que lo rechazarían incluso en segunda votación.
Si todo se cumple, el 25 de agosto se agotarían los dos meses que marca la ley para disolver automáticamente la Cámara autonómica catalana. Así, la consecuencia de este enroque entre un bloque independentista unido -pero sin mayoría, por primera vez desde 1980- y otro constitucionalista, pero roto, sería la repetición de las elecciones en otoño.
Hasta ahora, fuentes de Moncloa, de Ferraz y del PSC insistían en que a Esquerra no le convendría esa nueva llamada a las urnas.
Primero, porque está descabezado, tras la dimisión de Junqueras y la retirada anunciada de Aragonès.
Sin candidato, los republicanos «no pueden ir a unas nuevas elecciones», argumentan fuentes cercanas a Illa. «Y nosotros no le tenemos miedo a repetir las urnas, jugar en campaña la baza de que nos bloquearon… es coherente con lo que dijimos de la estabilidad y pasar página».
Y segundo, porque el partido de izquierda separatista lleva encadenando 13 meses de debacle en debacle electoral: desde las municipales de mayo de 2023 (en las que perdió seis puntos y 300.000 votos), pasando por las generales del 23-J (donde pasó de 13 a siete escaños), hasta hecatombe de las autonómicas del pasado mayo.
Y aunque su coalición para las europeas mantuvo los tres escaños en Bruselas, no fue en realidad por los votos en Cataluña (14,8%), donde el PP quedó a un solo punto (13,8%). La gasolina le llegó, sobre todo por el resultado del BNG en Galicia (16%) y, sobre todo, por lo recabado por Bildu en el País Vasco (donde ganó, con más del 26%).
Hasta el PSC sabe que la lógica lleva a un nuevo Junts pel Sí. «Fríamente, somos su mejor opción«, concluye una fuente cercana a Puigdemont, «pero aun ofreciéndoles medio Govern, con ERC nunca se sabe».