El 29 de diciembre de 1934 en el Teatro Español de Madrid, se representó por primera vez Yerma, de Federico García Lorca, cuya representación corrió a cargo de actriz más célebre del momento, Margarita Xirgu. Un drama rural que ponía en la pica cuestiones como la maternidad, la violencia marital y la frustración personal y social que suponía la ‘maldición’ de la infertilidad. Faltaban algo menos de dos años para que estallara la guerra civil, pero para entonces el ambiente ya estaba muy polarizado y aquel estreno fue todo un escándalo para las élites conservadoras de la época.

Como ocurre con todos los clásicos, la Yerma de Lorca continúa teniendo vigencia, incluso 90 años después de su estreno. La maternidad, el deseo, la feminidad, siguen siendo hoy objetos de debate sobre los que todavía seguimos aprendiendo, emborronando y creando nuestra identidad como sociedad. Con este planteamiento, Audible acaba de estrenar una nueva Yerma en forma de audiolibro, dirigida por Pilar Távora, producida por Emilio Mercader, e interpretado por las voces de Paula Iwasaki y José Manuel Seda.

«Para mí Lorca, por mucho que lo conozca, siempre es un reto, siempre encuentras cosas distintas, nuevos matices. Según el momento vital en el que estés, entiendes a Federico de una determinada manera», ha explicado Távora en la presentación del audiolibro en Madrid. Esta versión supone confrontar a dos Yermas, la original lorquiana y la del siglo XXI desde dos puntos de vista prácticamente opuestos. Mientras la primera sufre por no tener un hijo, la actual lo hace por no querer tenerlo, como una misma lucha contra la misma sociedad, pero desde dos frentes distintos.

«Estas dos Yermas plantean dos conflictos sociales y morales de las mujeres. Por un lado, están las que sienten que si no son madres son menos mujeres y acaban sometiéndose a una cantidad de tratamientos terribles, bastante agresivos para conseguirlo. Y también están las que no quieren serlo y la sociedad les pregunta todo el rato el porqué de su decisión», ha señalado la directora sevillana.

El hilo narrativo de la obra sigue el proceso de una actriz, en 2024, que ha tomado la firme decisión de no tener hijos, a pesar de todo lo que ello conlleva. Esta Yerma contemporánea se tiene que enfrentar al reto de interpretar a la que ideó Lorca noventa años atrás y entrar, de alguna forma, en confrontación consigo misma. «Abordar esta contradicción ha sido precioso, pero muy incómodo, porque la mirada y el deseo personal de ambas chocan continuamente», ha señalado Paula Iwasaki, encargada de interpretar con su voz a ambas.

Un ejercicio que responde a la necesidad creativa de abrir nuevos horizontes a partir de los clásicos, pero no deja de ser arriesgado. Al desplazar el carácter trágico de la obra original, cambiando incapacidad por elección, esta nueva Yerma se convierte en un producto meta en el que parecen importar más los debates actuales que los universales. Para bien o para mal, vivimos un momento histórico en el que ha surgido la necesidad de redefinir asuntos como la maternidad, la feminidad y el deseo. Toca entrar en temas polémicas, tomar nuevos caminos, por mucho que algunos puedan ser errados.

En la presentación también ha estado Ana Bernal Triviño, periodista, investigadora y experta en Federico García Lorca, quien ha resaltado que «ahora estamos en un período de una nueva Yerma, que parece que todavía constituye un desafío para el sistema». «El hecho de decir no quiero ser madre -ha incidido- o incluso reflejar otros modelos de maternidad sigue provocando debate y polémica. Por mucho que tengamos muchas leyes feministas, si a día de hoy alguien dice no quiere ser madre, siempre aparece la pregunta del porqué, como si fuera algo que está escrito y que es un código que tenemos que asumir».

Con todo este

quizá se deje cosas en el tintero. Pero nunca deja de ser curioso la manera de reinterpretar los clásicos en la actualidad, con historias que hablen más de nosotros, aunque al mismo tiempo el clásico sigue hablando de nosotros. Es una amplitud del abanico de ideas.

El hecho de decir no quiero ser madre o incluso reflejar otro modelo de maternidad es un tema , porque sienten que si no son más, que son porque la sociedad las hace sentir o por las razones que sean, o porque realmente sienten la necesidad de ser madres y no pueden serlo y se someten a cantidad de tratamientos terribles, muchos y bastante agresivos para ser madres como mujeres que pueden serlo y no quieren serlo. Y no pasa nada. Bueno, pues son un conflicto social. Es un conflicto moral. Una traición a Lorca, una actualización

Fuente