Este miércoles, 19 de junio, se celebra el décimo aniversario de la coronación de Felipe VI como Rey de España. Una década de reinado en la cual el otrora príncipe de Asturias ha sumado numerosos aciertos, pocos errores, algunas polémicas y una ingente cantidad de anécdotas que han convertido su regencia y su figura –y la de la reina Letizia– en una de las más populares de Europa. Si lo ha logrado ha sido gracias a su comedimiento a la hora de enfrentarse a los tormentosos excesos de la prensa rosa y a la sobria imparcialidad ideológica que ha demostrado al desligarse por completo, o casi, del torbellino político.
Diez años después de que Juan Carlos I abdicase en favor de Felipe de Borbón, la Monarquía puede decir, no sin orgullo, que ha capeado el temporal de la polémica y salido airosa de la mala fama en la que Botsuana, Urdangarin, Nóos, Froilán, Corinna y un largo etcétera de escándalos y pendencias habían sumido a la Casa Real española. Hoy el Rey goza de uno de sus mayores índices de popularidad. El primer lustro de su reinado ha tenido mucho de reparación de su imagen, mientras que los últimos cinco años ha tratado de consolidar su reputación a través de la amputación –entiéndase, a nivel institucional– de todas aquellas dolencias que dañaban su legado.
En 2020, la ruptura pública de Felipe VI con su padre tras su exilio autoimpuesto en Abu Dabi –ya había retirado en 2015 los títulos a su hermana Cristina– fue el apuntalamiento definitivo de ese ‘dejar atrás el pasado’ para sortear definitivamente las mareas de la controversia. «En los últimos años del Emérito, la Monarquía era un meme, una chirigota«, asegura Carmen Duerto, autora del libro Letizia, una mujer real. «Sin embargo, hoy es una institución respetada en toda Europa», añade el periodista experto en casas reales de EL ESPAÑOL, Raúl Rodríguez. «El rey Felipe cae bien, es una persona que transmite bondad, saber estar, entrega y, además, es joven», suma la cronista María Eugenia Yagüe.
Duerto, Rodríguez y Yagüe conocen mejor que nadie los tejemanejes de la realdad que han hecho de estos diez años un ciclo de cambios estructurales en la Corona. Ellos, tres generaciones diferentes, sabedores de las más cautivadoras intrigas de palacio, elaboran una radiografía objetiva de la regencia de Felipe VI, con sus virtudes y sus defectos. De la mano de este diario, analizan cómo se ha modernizado la Corona, reflexionan sobre los vínculos que mantiene Felipe VI con la política y vaticinan si la institución sobrevivirá a las turbulentas transformaciones que agitan el siglo XXI.
Los grandes aciertos
«Con Felipe han cambiado mucho las cosas«, cree Carmen Duerto. «Lo primero que hizo nada más llegar al trono fue un potente cortafuegos respecto al declive que estaba tomando la Corona por culpa de los escándalos». Entre sus mayores aciertos, señala, y en ello coinciden todos los entrevistados, se encuentra la transparencia, uno de los buques insignia de su regencia.
Raúl Rodríguez refuerza esa misma idea: «Hemos podido descubrir incluso los regalos que le hacen. Todos los años sacan una lista de presentes, desde mapas del mundo hasta pequeños broches, joyas e incluso bicicletas». En 2022, Felipe VI desveló que tenía un patrimonio de 2,5 millones de euros. «No se puede decir lo mismo respecto al rey Juan Carlos», incide el periodista de EL ESPAÑOL. «Sus cuentas opacas alrededor del mundo están llenas de comisiones, con muchísimos millones fuera de nuestro país». Esa es una de las razones por las que no vuelve a España.
«Una persona que fue muy importante en la Casa Real hasta hace poco me aseguró que la prensa estaba muy equivocada cuando decía que Juan Carlos vivía fuera de España porque le habían echado», adelanta María Eugenia Yagüe. «Vive porque le interesa fiscalmente estar fuera. Si estuviera aquí, tendría que dar cuenta de cuál es su patrimonio, cuánta fortuna tiene». Y, eso, de nuevo, dañaría la reputación de la ‘nueva Corona’ cimentada sobre la testa de Felipe VI.
Según los entrevistados, otro de los grandes aciertos de esta década de regencia no ha dependido directamente del monarca, sino de las mujeres que orbitan en torno a él. Concretamente, de la buena fama cosechada por su esposa Letizia y su hija Leonor. «La Reina tiene una imagen muy potente. Ha tomado la iniciativa, la hemos oído hablar», explica Duerto. «Estaba escrito que él era el llamado a ser el rey de todos los españoles», continúa Rodríguez. «Pero yo creo que la reina Letizia ha hecho una labor muy importante en acercarlo al pueblo, en humanizar a Felipe«.
«Cuando llegó al trono, prometió una serie de cambios importantes, que era lo que se esperaba de él», afirma Yagüe, consultada por las razones que explican que la Casa Real goce hoy de su mayor índice de popularidad (6,8 puntos sobre 10) desde que Felipe VI diera el discurso sobre Cataluña en octubre de 2017 (entonces, llegó a alcanzar los 8 puntos). «Honestidad. Transparencia. Regeneración. En suma: nuevos tiempos. Hasta ahora, más o menos se ha notado un cambio, una voluntad de adentrarse en una etapa nueva. Sin embargo, falta aún más transparencia». Y no precisamente económica, sino sentimental.
Un tirón de orejas reales
Una entrevista. La petición resuena más bien como una demanda compartida por los compañeros de profesión. Yagüe insiste en que ese ha sido el mayor error de Felipe VI: no prestarse a los medios de comunicación para dejarse conocer. «No sólo del Rey, sino también de Leonor. En otras monarquías de países democráticos, mucho más avanzados que nosotros, como Holanda, Suecia o Noruega, también tienen casas reales que hablan con los medios, que dan entrevistas», insiste Yagüe. No es el caso de la española, a pesar de que Letizia viniera de delante de las cámaras.
«Me parece curioso que tengan esa cautela con la prensa cuando la elegida por el heredero fue, precisamente, una periodista», señala Duerto. «¡Tiene el cuarto poder metido en casa!», recuerda la cronista, quien señala que, si se atiende a sus funciones institucionales, otro de los ‘fallos’ que ha cometido Felipe VI en estos años ha sido su postura sobre Cataluña. El Rey, recuerda, está obligado a mantener una neutralidad política. No obstante, cuando Cataluña firmó la declaración unilateral de independencia, la respuesta del monarca fue firme, abiertamente en contra y en favor de la unidad territorial. Algo que, quizás por esa defensa de la Constitución, le hizo gozar de máximos índices de popularidad.
«Ese discurso, para muchas personas, fue un error, porque fue una toma de posición cuando él debía estar por encima de todo», continúa Duerto. «No debería manifestarse. Sin embargo, para otros, eso que fue tan nefasto se consideró una gran virtud. Un rey que toma postura y corta por lo sano». Yagüe opina en esa última línea: «Lo que hizo después del ‘tsunami’ fue muy criticado, pero creo que el discurso fue perfecto. Cataluña es un tema que rompe España», y el monarca decidió atajar a tiempo.
Rodríguez recuerda otro de los fallos que ha cometido la Casa Real en esta década: la comunicación. «El departamento de comunicación del rey está bastante obsoleto. No se facilitan las comunicaciones con los medios. Además, hay una patente de corso a la hora de inventar noticias en relación a la Familia Real. Hemos dado por hecho que se puedan publicar barbaridades en los medios de comunicación. Evidentemente, nadie puede contrastarlas, porque ellos no lo ponen fácil en el acceso a esas informaciones».
«Yo digo que es mejorable la comunicación por una sencilla razón: si la gente conociera a Felipe, si de verdad lo trataran en el cara a cara, se los ganaba a todos a pulso, porque él es maravilloso», prosigue Duerto, y apela a sus anécdotas en Baleares. «Por eso, le recomendaría potenciar más su sonrisa, porque el rey Felipe te gana en las distancias cortas. Cuando sonríe…», bromea la cronista.
«También creo que hay una tarea pendiente a la hora de crear unas redes sociales a través de las cuales puedan comunicarse con los españoles de forma más dinámica y directa, como hace la reina de Jordania«, añade Rodríguez. «Es un rey joven y aparentemente ha envejecido un poquito», zanja Yagüe. «Ha madurado demasiado con relación a su edad. Podría ser más moderno. Quizá no se atreve o quizás no va en su espíritu».
Los vínculos políticos
El rey Felipe, anotan todas las fuentes consultadas, no puede, o más bien no debe, mantener ninguna postura pública favorable ni no favorable con ninguno de los representantes políticos, ya que precisamente su carácter institucional le obliga a ser neutral. «Todos vimos en la Zarzuela cuando Pablo Iglesias le llevó esos DVDs con una serie de televisión [Juego de Tronos] para que ‘aprendiera’ sobre lo que es un monarca. Él recogió el guante y nadie notó si le gustaba o le disgustaba», señala Duerto. «En Juan Carlos se detectaba más ese agrado o ese desagrado, pero Felipe no tiene esa bonhomía natural del padre, con la que transmite emociones, y es más difícil de descifrar».
No obstante, la cronista apunta que ha habido algunos casos específicos en los que sí se ha percibido cierta incomodidad del monarca con un político. Concretamente, con Pedro Sánchez. «Han tenido algún momento de tensión, con un par de miradas bastante incómodas hacia el presidente del Gobierno». De hecho, siempre se ha dicho que el líder socialista ha tratado de «poner zancadillas» al Rey.
Algo que María Eugenia Yagüe desmiente con rotundidad: «Han corrido mucho esos rumores, pero yo, cuando los veo juntos, percibo cierta sintonía. También es verdad que el papel del Rey es sintonizar con el primer ministro y con el Gobierno, sea cual sea. Pero yo no veo tan claras esas zancadillas ni que le limiten sus actuaciones, movimientos o manifestaciones. Además, no creo que Pedro Sánchez tenga un interés especial en que España sea republicana, como podía tenerlo Podemos».
«España no está preparada para que haya un revulsivo y que la institución se vaya a tomar vientos. No, no creo que sea el momento de andar preguntando si se quiere ‘Monarquía o República‘. Hay cosas mucho más importantes que resolver, como el independentismo, la economía o los líderes políticos que hay ahora mismo».
PREGUNTA.– ¿Cómo cree que ven a Felipe VI las nuevas generaciones, y qué distingue esa visión de las más veteranas?
MARÍA EUGENIA YAGÜE.– Yo creo que la gente joven pasa un poco de todo y no les interesan las noticias. Es preocupante. No creo que les caigan mal, pero tampoco les apasiona. Quizás eso es algo que se les pueda reclamar de cara al futuro: acercarse más a la gente. Por ejemplo, el otro día me faltaron en el Roland Garros donde ganó Alcaraz. Hay que ir a San Fermín, a la Feria de Sevilla, a las Fallas de Valencia. A las cosas que va la gente corriente, para que no queden tan distantes al sentir popular.
CARMEN DUERTO.– Las personas mayores valoran mucho la Transición, porque la han vivido y forman parte de ella. La Monarquía estuvo muy presente en ese momento y se le dio un mérito y un valor que aún pervive. Felipe es heredero de esa buena imagen. La gente joven, sin embargo, está en otra idea: tienes que ganarte tu trabajo y formarte, no heredar un país o un Estado. Si acaso, heredas una casa o una moto. Eso es difícil de entender. También veo un gran desconocimiento de la institución. Yo he escuchado a personas que no sabían distinguir quiénes eran Sofía y Leonor. No sabían si Froilán era hijo de Felipe o era un príncipe. Tienen un cacao tremendo, una confusión inmensa.
RAÚL RODRÍGUEZ.– Los jóvenes tienen una imagen alejada de Felipe VI, pero por lo que veo en TikTok y otras redes sociales, con quienes más se pueden sentir identificados es con Leonor. Los primeros actos que Leonor presidió en solitario fueron en un instituto con jóvenes para hablar de Internet o en un acto de la Cruz Roja, también vinculado a la gente joven. Los chicos se hacían selfies ella, que decía que sí a todo. Lo mismo ocurre en Zaragoza, durante su adiestramiento militar. Ella puede conectar fácilmente, y eso es un acierto por parte del departamento de comunicación de la Casa Real.
Un futuro llamado Leonor
Uno de los apartados en los que más ha brillado la Casa Real de Felipe VI ha sido en sus relaciones con el exterior y con la imagen que ha sabido labrarse en el resto del mundo. A veces, da la sensación de que al Rey se lo valora más fuera que dentro. «Fuera lo aman. Hablan de Felipe y Letizia como los reyes más guapos del mundo, también los mejor preparados. Dan envidia. ¿Cómo puede ser que Letizia vaya a Alemania en viaje oficial, de ida y vuelta, y pronuncie parte de su discurso en alemán? Es admirable. Están extremadamente bien preparados«, asegura Raúl Rodríguez.
Lo mismo ocurre con Leonor: «Es una de las princesas mejor educadas. Sigue perfectamente los pasos de su padre». Es en ella, incide Duerto, donde los monarcas tienen puestas todas sus esperanzas de cara al futuro.
«Lo esperan todo de ella. Hasta ahora, lo que ha demostrado es perfecto. Habla perfecto catalán, en inglés se expresa divinamente. Cuando era pequeña, siempre que hacíamos preguntas, miraban a la madre para pedirle autorización para contestar. Sofía era más dada a responder y tomaba la iniciativa, pero Leonor era más como su padre. Siempre se ha mostrado muy contenida, muy cauta, y ya desde pequeña apuntaba maneras en esa cautela. Es un calco de Felipe VI».
«Tanto los reyes como los monárquicos y los que no lo somos tenemos puestas todas las esperanzas en esta joven que apunta maneras de sensatez, de inteligencia, de sentido común«, remacha Yagüe. «No sé si llegará a reinar algún día, pero es una chica que gusta a la gente». Por su parte, Raúl Rodríguez concluye que «es complicado vaticinar» el futuro de la Monarquía, en parte por culpa de los cambiantes virajes que da España constantemente. «Pero yo creo que sí llegará al trono».