La palestina Wafa Ghosien vive como refugiada en España con sus tres hijos. Llegó hace solo unos meses, cuando huyó de los bombardeos israelíes después de toda una vida de desplazamientos. Asegura que aunque su cuerpo haya podido escapar, su mente se ha quedado en Gaza, junto a su marido y su madre, una mujer con diabetes a la que le cuesta encontrar comida apta.
La idea de venir a España empezó antes de ese 7 de octubre de 2023. Fue en 2021, cuando acudió con su familia como turistas al país. Pese a no hablar español, y a tener algunas dificultades para comunicarse, vio aquí un futuro, especialmente para su niño, que quería ser futbolista, y para su hija mayor, que ya estaba cursando el Bachillerato.
Un año después decidió instalarse en el país con sus hijos. Su marido se quedó viviendo con ambas familias, la suya y la de ella, mientras Ghosien completaba toda la documentación requerida para solicitar asilo en España. Pero después decidió que era mejor dejar a sus dos hijos y volver con la de 11 años a su país. «Tengo mi casa, mi coche, mi trabajo, mi vida. Soy funcionaria. ¿Por qué tengo que estar aquí?», dice que se preguntó.
Al final, en octubre de 2023, y tras una vida de múltiples desplazamientos, volvió a dejar su casa y decidió abandonar Gaza. «Me sentí muy egoísta al volver allí con mi hija de 11 años. Intentamos salir corriendo, escapando. Lo conseguimos. Pero mi marido no; se ha quedado porque no pudo completar los documentos», relata.
Una vez en España intentó traerle a él y a su madre, pero su abogada ya le ha informado de que sin una residencia permanente no hay reagrupación familiar. Y, para eso, deben aceptar su solicitud de refugio, algo que todavía no ha ocurrido y que puede tardar, según su letrada, entre ocho meses y año. «Esta es la situación: ellos se mueren en el bombardeo y yo me muero de la desesperación«, asegura Ghosien. Por eso cree que este tipo de procesos deberían ser más rápidos. «De ellos dependen muchas vidas», recuerda.
La situación de las personas solicitantes de asilo
Como explica la directora general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Mónica López, los tiempo para las resoluciones dependen en gran medida de la nacionalidad o de por dónde ha llegado la persona. «Podemos estar viendo resoluciones en tres meses como en tres años. Pero hay un elemento que hace que sea mucho más largo el procedimiento de asilo: las dificultades de acceso a la manifestación o a la formalización del asilo», ha señalado durante la presentación del informe que la oenegé ha presentado este lunes con cifras de las personas refugiadas en España y Europa.
«Son personas que, técnicamente, no son solictantes de protección internacional. Lo que quieren es pedir asilo, pero la escasez de citas, o las dificultades de acceso a ellas, hacen que puedan estar esperando nueve o diez meses», ha proseguido. Eso, sumado al tiempo que lleva la resolución del expediente, hace que, en los peores casos, la tramitación se prolongue hasta dos y tres años en los peores casos.
Durante todo ese tiempo viven «una situación de temporalidad» en la que no saben qué va a pasar con su vida. Y eso, asegura López, «es muy duro». Mientras tanto, muchas personas como Ghosien, que ya ha perdido a 15 miembros de su familia por los bombardeos israelíes, se pasan el día «pendientes de quién ha muerto». Algunos, si el procedimiento fuera más rápido, ya estarían con ella.