Gran atención informativa en las cadenas: al célebre gladiador balompédico Mbappé ha sufrido un golpe en la cara y se le ha desviado un poco el tabique nasal. Hay preocupación porque tendrá que jugar con una máscara. Menos interés televisivo ha provocado la presencia de la enfermera pediatra Ruth Conde, de Medicos Sin Fronteras, en la alocución que acaba de hacer a los diputados del Congreso. Les ha contado lo que ha vivido y sentido en Gaza. El olor de la muerte y el olor del dolor en los hospitales. Tener delante a un ser humano herido gravemente, una niña, un abuelo, una madre, y no poder ofrecerles nada. La tele es reacia a dar gran minutaje y resonancia a estos testimonios. Dicen que la audiencia nos cansamos y cambiamos de canal. Incentivan lo que llaman el ‘entretenimiento’ porque dicen que así nos hacen la vida más agradable. Si por cada niño que hay en el mundo, herido por las bombas, hambriento, o maltratado, la tele hiciera un segundo de apagón, solo veríamos una pantalla apagada. Esa sería una máscara inquietante. Quizá entonces comprenderíamos la globalización de la masacre.

TOR, UN PAISAJE .– Finalizados los capitulos que Carles Porta ha dedicado enTV3 a los trágicos sucesos de la montaña de Tor, el periodista Albert Om, impresionado, le decía: «Oye, ¿tú sabes quién mató a Sansa?». No, no devela este trabajo quién asesinó a Josep Montané, alias Sansa. De hecho, es irrelevante. Lo colosal de esta serie es el paisaje que retrata. Los humanos. Esboza Porta en un momento dado a los ‘pasadores’, los que conducían por las montañas a los judios que huían de los nazis. A veces les robaban. A veces, algo más grave. «En Andorra hay quien se hizo rico de la noche a la mañana», advertía un anciano con memoria. Los ‘pasadores’ merecen otra serie documental. Animo a Porta a que la haga.

MAMÁ EN EL SUPERMERCADO .– Ha contado Pepe Colubi en ‘Ilustres ignorantes’ (M+) que una vez perdió a su madre en el supermercado. La encontró en un almacén subterráneo. Estaba con otras ancianas que se habían extraviado y que nadie reclamaba. Dice Colubi que se llevó a su madre y a dos más. Ahora viven los cuatro en su casa, en armonía familiar. Una notable cantidad de ancianas damas aguardan, en almacenes, el rescate.

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