Algunas sagas les han funcionado pero que muy bien a los responsables de Pixar: las cuatro entregas de ‘Toy story’ son magníficas, así como las dos de ‘Los Increíbles’. Otras no tanto: las tres películas de ‘Cars’ y la continuación de ‘Del revés’. Esta segunda parte es entretenida, pero carece de la armonía de la primera y no abundan los gags o situaciones cómicas memorables.
La fórmula es la de sumar más elementos a los que ya funcionaron. Si en ‘Del revés’ la pequeña Riley tenía un caos en su cabeza por culpa de la rivalidad entre Alegría y Tristeza, a las que se sumaban Ira, Miedo y Asco, ahora que Riley entra en la adolescencia aparecen en escena otras cuatro emociones propias de esta edad, Aburrimiento (lánguida y llamada en francés, Ennui), Vergüenza, Envidia y, sobre todo, Ansiedad.
El conflicto está servido al sonar la alarma de la pubertad, y aparece mediatizado por un antagonismo clásico: Alegría es la heroína y Ansiedad, la villana. Hay buenos momentos –el descenso por el río de la consciencia encima de un brócoli, la alegre presencia de un dibujo de ‘cartoon’, la denominada lluvia de ideas, la avalancha de malos recuerdos atrapados dentro de bolas y la fugaz aparición de la anciana que representa a la Nostalgia–, pero el tono es menos original y más sentimental.