Existen muchas personas que se precian de seguir y predicar a Cristo, y Éste Crucificado, en palabras del Apóstol San Pablo.Hoy celebramos a los Santos Marcos y Marcelino, que sufrieron en sus vidas el precio de seguir al Señor hasta llegar a su Muerte y su Resurrección. Durante la persecución del Emperador Diocleciano, son descubiertos como cristianos, por lo que son arrestados y arrojados a la prisión.

En un intento de que abjuren de la Fe que profesan, van a visitarles sus propios padres quienes les persuaden de que los ídolos romanos son los verdaderos.Sin embargo, la presencia en ese mismo lugar de San Sebastián que estaba pronto a dar la vida, logra que ellos se mantengan firmes en el Señor Jesús, e incluso llega a convertir a los propios padres y hasta a algunos de los amigos que se habían congregado.

Cuando son presentados ante el juez, éste hace un nuevo intento en vano de inducirles a apostatar de lo que él llamaba una superstición. Pero viendo el Prefecto que no lograba nada, e incluso, el ejemplo de Marcos y Marcelino, cundía en otros determinó su muerte. Después de morir, los cuerpos de los Santos fueron sepultados en la Vía Ardeatina, cerca del Cementerio de Domitila. Posteriormente serían trasladados a la Iglesia de San Cosme y San Damián.

Allí serían redescubiertas en el año 1583, durante el reinado de Gregorio XIII. En ese mismo lugar continúan, estando cerca de allí una pintura donde se les ve en compañía de la Virgen María. Los Santos mártires Marcos y Marcelino son Patronos secundarios de la Archidiócesis de Mérida- Badajoz, desde el año 1699. En Roma se levantó una Basílica en su honor el año 1721, cuyo origen se remonta al siglo IV. A ellos se les atribuye la sanación de la hija de su carcelero que también murió por el Evangelio.

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