Los cinco estrenos de Francia en los grandes torneos con Didier Deschamps en el banquillo se habían saldado con triunfos. No iba a ser menos el sexto frente a Austria (0-1). Le amplió la estadística una ayudita de un autogol de Maximilian Wöber, que peinó hacia su portería un centro inofensivo de Kylian Mbappé, que cumplió otra tradición. Maldición, más bien.

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