27 de abril de 2024, sábado. Irene ha entrado a trabajar en turno de mañana. Durante su jornada no puede atender el teléfono, ni lo tiene encima, no lo ve. A mediodía, cuando acaba, echa la mano al bolso. Coge su móvil. Ve que tiene un par de mensajes de whatsapp. El último le impacta: «Me tienen secuestrada, me van a matar mamá». Lo envía su hija Katy. Irene responde, intenta llamarla: «Hija, contesta, mándame tu ubicación». El teléfono está pagado. No hay respuesta. No hay línea. No ha vuelto a verla más ni a saber nada de ella.

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