El jardín secreto madrileño donde Francia germina a los artistas del futuro

En una ubicación casi escondida de Madrid, rodeada de árboles, entre la Ciudad Universitaria y el Museo del Traje, con unas impresionantes vistas a la Casa de Campo y a la Sierra de Guadarrama, se levanta la Casa de Velázquez. Una institución francesa con cerca de cien años de antigüedad que ejerce de puente cultural entre Francia y España. Allí acuden en busca de inspiración y orientación artistas e investigadores de todo el mundo para encontrar el que pueda ser el próximo gran paso en su carrera.

Cada año, entre diez y quince artistas de diversas nacionalidades llegan a la capital española con un proyecto en mente, mucha ilusión y un año de residencia por delante para llevarlo a cabo. Ahora, con el curso ya terminado y después de un intenso año de experiencias y desarrollo en común, la Casa de Velázquez se abre para exponer al gran público el resultado de sus trabajos.

‘Kaléidoscope’, una mirada a la diversidad artísica

La muestra colectiva Kaléidoscope, selección de obras representativas del trabajo de cada uno de los residentes de la 94ª promoción de la Academia de Francia en Madrid, estará abierta al público hasta 17 de julio de 2024. Pintura, artes visuales, cine, fotografía, instalación, escultura…, la diversidad de técnicas será el punto dominante de la primera etapa de esta exposición itinerante que se mostrará en la Academia de Bellas Artes de París en 2025.

«El hecho de enmarcar, exponer y ver las obras de todos los compañeros es como unos fuegos artificiales finales», afirma una de sus residentes, Manon Delarue, a El Independiente. La francesa venía del dibujo y el cómic, y en esta ocasión ha presentado un cuadro a gran formato que se articula en torno a la construcción del deseo, centrándose el erotismo de la violencia con una pintura onírica en la que los símbolos del toro, el gladiador y Jesucristo transmiten historias de violencia, dominación y sacrificio.

«Es una gozada trabajar con artistas que están en momentos tan diferentes de su carrera en el que cada uno tiene que hacer frente a una problemática distinta, hay unos que vienen con un proyecto muy definido y otro que al llegar lo cambian casi por completo» explica Claude Bussac, directora de la sección artística de la institución.

Madrid como inspiración

El motivo de investigación de otro de los residentes, Bilal Hamdad, ha encontrado precisamente en Madrid la forma de alcanzar una nueva dimensión. El pintor argelino-francés aborda el concepto de la ciudad y tumulto bajo un nuevo ángulo. «En mi obra la idea de composición y del grupo vuelve a los clásicos, a Rubens y a Velázquez, para después trabajar sobre ello desde lo contemporáneo». Con una más que evidente inspiración en Las Meninas de Velázquez, Hamdad logra captar en sus cuadros la profundidad hiperrealista de la ciudad contemporánea.

«Una ciudad como Madrid, con los museos y pinacotecas que tiene es una fuente de inspiración y de estudio constante. Aparte, todos vienen con un proyecto ligado a España para justificar su residencia en este país. Esta residencia no sería lo mismo en Berlín, hay mucho interés por saber lo que pasa en una ciudad como Madrid, tan dinámica y con tantas posibilidades», señala Bussac.

«La vida de Madrid, la noche, la fiesta, el flamenco, el teatro, la cultura madrileña también es parte de la experiencia de la Casa, que obviamente se traduce en el trabajo artístico», comenta Delarue. Cada obra tiene su propio formato, perspectiva y concepto, pero todas ellas miran a Madrid y a España desde un interés artístico, humano y social. Devolviendo así parte de la cultura que heredan tras su investigación.

Casa de Velázquez, un lugar para la convergencia de vidas, estilos y formatos

«Creo que es una promoción muy diversa a nivel de disciplinas artísticas, pero también de culturas y orígenes, que también provoca la curiosidad entre unos y otros. Hay mucha horizontalidad, ninguna competición, mucho cariño y ganas de compartir», asegura Nicolás Combarro. Aunando fotografía de nueva creación, collage, escultura, vídeo y archivo, en su obra La materia de la amnesia, el artista español reflexiona sobre el sistema arquitectónico de la represión como una mirada al pasado para no olvidar lo que puede volver a ocurrir.

«La ventaja de este tipo de residencias es que todos tienen una personalidad muy diferente y una energía común. Todos han aprovechado su estancia para probar cosas. Hay quien se ha atrevido a hacer instalaciones, nuevos formatos, las circunstancias te permiten hacer esto. Todos se han cuestionado mucho el medio y eso se contagia, te demuestra cómo el arte es tan importante en la vida, no solamente por lo que representa como visión estética sino cómo cuestiona el mundo», reflexiona la directora artística de la residencia.

Cada uno de ellos ha vivido su estancia en la Casa de Velázquez de una forma, pero la experiencia personal parece pasar por los mismos cauces en cada uno de sus relatos. «La vida aquí es como en los pueblos, en el sentido de lo transparentes que son las relaciones, la convivencia te obliga a compartir diferentes momentos personales en los que todo sale a la luz», comenta Manon Delarue. «Hay diferentes disciplinas y cada uno tiene su forma de trabajar, pero está muy bien poder compartirlo entre todos. Además hay muy buen ambiente y eso favorece el trabajo», añade Bilal Hamdad. «Es muy importante la exposición de cara a la gente que viene de fuera y puede ver lo que ha pasado, pero lo más importante es lo que queda entre nosotros», sentencia Combarro.

Un vistazo al arte internacional desde casa

Sin embargo, lo que realmente permite tener una institución como la Casa de Velázquez es tener una puerta a las tendencias artísticas internacionales sin prácticamente salir de casa. Por eso, el día de la inauguración de Kaléidoscope, comisarios, galeristas y representantes institucionales diversos acudieron a modo de feria de arte.

«Me gusta que estén todos aquí porque muestra que la Casa está bien anclada en Madrid. Me alegro por ellos (los artistas) porque se lo merecen, la presencia de galerías e instituciones es una manera de trabajar con el mercado internacional, teniendo el internacional aquí», asegura Bussac. De hecho, mientras tenía lugar esta conversación, un galerista se acerca a Bilal Hamdad para pedirle su tarjeta.

Y es que este lugar escondido del norte de Madrid no lo está tanto como parece. Mientras en el resto de la ciudad la oferta artística sigue creciendo, esta institución francesa aprovecha el momento de ebullición cultural para germinar a sus mejores artistas en este privilegiado emplazamiento entre el verde de la Casa de Campo y el bullicio de Moncloa.

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