Francia se encuentra en un punto crítico. La convocatoria de elecciones legislativas por parte del presidente Emmanuel Macron, tras los desastrosos resultados en las elecciones europeas, ha sacudido los mercados financieros y ha puesto en riesgo la estabilidad económica del país.

Esta decisión ha llevado a una caída significativa en la bolsa, que conoce su peor momento desde el comienzo de la guerra en Ucrania, cayendo un 6% en lo que va de semana. «Esta incertidumbre política está costando caro a nuestra economía. Los inversores necesitan estabilidad, no más caos«, ha advertido el ministro de Economía, Bruno Le Maire.

El déficit público: un imperativo inaplazable

Jean-Luc Mélenchon y el nuevo Frente Popular abogan por reinstaurar el Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna (ISF) para recaudar 30.000 millones de euros anuales. «La izquierda debe hacer propuestas concretas sobre cómo financiar la escuela, el transporte y el hospital público», señala en Mediapart la economista Julia Cagé, mientras Thomas Piketty, autor de Capital e ideología, apunta que esto permitiría «una verdadera reinversión en los servicios públicos en los territorios abandonados».

El Medef (Movimiento de Empresas de Francia) advierte que estos aumentos impositivos podrían ahuyentar a los inversores. Geoffroy Roux de Bézieux, presidente de Medef, sostiene que «aumentar los impuestos de producción y las cargas sociales sobre el trabajo solo deteriorará nuestra capacidad de inversión y creación de empleo.»

Por su parte, Marine Le Pen y Agrupación Nacional (RN por sus siglas en francés) proponen un incremento significativo del gasto social, lo que ha criticado el ministro Le Maire. «No sé quién va a pagar eso», ha declarado en una entrevista en BFMTV. Emmanuel Macron y su partido Renaissance, en cambio, promueven la reducción de impuestos como clave para la recuperación económica, destacando la eliminación del impuesto sobre la vivienda y la tasa audiovisual.

«Es una cuestión de justicia social permitir a nuestros trabajadores disfrutar de su retiro a una edad razonable»

JEAN-LUC MÉLENCHON

La reforma de las jubilaciones, que eleva la edad a 64 años, sigue siendo un tema controvertido. El segundo de Le Pen, Jordan Bardella, propone permitir que aquellos que han comenzado a trabajar antes de los 20 años puedan retirarse a los 60. Sin embargo, ha indicado que la reforma llegaría en «un segundo tiempo», si su partido asume el poder.

Por su parte, el nuevo Frente Popular busca restablecer la edad de jubilación a 60 años para todos. Mélenchon dijo en un mitin reciente que «es una cuestión de justicia social permitir a nuestros trabajadores disfrutar de su retiro a una edad razonable».

Estas propuestas sin una financiación adecuada podrían poner en riesgo la estabilidad económica del país. Roux de Bézieux señala en Le Monde que «volver a adelantar la edad de jubilación solo pondría en peligro el bienestar económico de Francia». Macron, por otro lado, defiende la necesidad de trabajar más tiempo debido a la mayor esperanza de vida y ha declarado que «vivimos más tiempo, por lo tanto, es necesario trabajar un poco más tiempo.»

Estrategias contra la inflación: ¿soluciones o riesgos?

La inflación sigue siendo un desafío significativo, con una tasa en la zona euro que ha aumentado a una estimación de 2.6% en mayo de 2024. Agrupación Nacional busca controlar la inflación reduciendo el IVA en productos esenciales y aumentando las prestaciones sociales. «Nuestro objetivo es aliviar la carga financiera de las familias francesas», sostiene Le Pen. Sin embargo, los expertos advierten que estas medidas podrían aumentar el déficit público sin abordar las causas subyacentes de la inflación.

El grupo liderado por Mélenchon defiende la indexación de los salarios a la inflación y un aumento del salario mínimo a 1.600 euros. «La indexación de los salarios permitirá a los trabajadores mantener su nivel de vida en tiempos de inflación», afirma Mélenchon. Macron también ha mostrado apoyo a la idea de indexar los salarios a la inflación.

Los economistas de OFCE señalan que la reducción del IVA en productos esenciales podría tener un impacto limitado en la inflación general y aumentar el déficit público si no se compensa adecuadamente. Además, destacan que el poder adquisitivo de los hogares ha mejorado gracias a la revalorización de las prestaciones sociales y al aumento del salario real, pero advierten que estos beneficios podrían ser efímeros si la inflación no se controla efectivamente.

No hay acuerdos, y asusta

Francia se tambalea al borde del abismo económico, con reformas controvertidas y una política volátil que asustan a los inversores. Mientras Mélenchon propone gravar las grandes fortunas para revitalizar los servicios públicos, Macron apuesta por reducir impuestos para estimular el crecimiento. La inflación descontrolada y una reforma de pensiones en disputa añaden más leña al fuego.

En este escenario, la estabilidad es un lujo que Francia no puede permitirse perder, y los mercados lo saben.

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