Más allá del automóvil, las renovables, el porcino o la pujante industria de los datos, Aragón es potencia mundial en la producción de un cultivo que alimenta a los camellos y sobre todo a las vacas lecheras de Oriente Medio y los confines de Asia por su alto contenido en proteínas. La comunidad tiene el mayor granero de alfalfa deshidratada del país, dado que distribuye cerca del 60% del total nacional, un producto que envía por barco desde el valle del Ebro y Los Monegros. El clima, la disponibilidad de agua y el viento (facilita el secado natural de estos herbáceos) conjugan un ecosistema virtuoso para el cultivo del vegetal, lo que otorga a las cooperativas y empresas una ventaja competitiva por los altos rendimientos obtenidos. Todo ello que hace que esta tierra sea la piedra angular de un mercado español que suele ocupar el primer puesto europeo en la producción del sector y el segundo a nivel mundial, dejando a un lado el fatídico 2023, cuando la sequía hizo estragos. Solo le supera el imperio de la alfalfa de Estados Unidos, que mueve la mitad del comercio mundial. 

Fuente