Sobre los tomos que dan forma a las diligencias previas 441/2002 vuelve a pesar, desde este viernes, el doloroso peso del archivo judicial. La nueva investigación del caso Déborah, la abierta en 2019 por la Policía Nacional y el Juzgado de Instrucción 2 de Tui, se acaba de sobreseer provisionalmente sin culpables y sin aclarar el sinfín de incógnitas sobre lo ocurrido hace 22 años, cuando esta joven desapareció en Vigo y acabó siendo hallada desnuda, diez días después, en una cuneta de O Rosal.
Los últimos cinco años de pesquisas aportaron algunas certezas, evidenciaron las numerosas contradicciones existentes en el sumario y, de nuevo, dejan abiertos demasiados interrogantes. La jueza instructora ve acreditado que la víctima “tenía intención de verse” con su exnovio la tarde de su desaparición, la del 30 de abril de 2002, e introduce una nueva pieza en el último trayecto de la joven antes de perdérsele la pista, la del videoclub de Coruxo. Pero, concluye, “ningún indicio” existe de que la fallecida finalmente se viese con Pablo aquel aciago día. La investigación no ha logrado poner nombre al autor, no ha podido determinar cuál fue el escenario de la muerte y, además, nada se dice en el auto judicial sobre otro de los grandes interrogantes: ¿cómo falleció Déborah?
La llamada telefónica del día de la desaparición
Déborah y Pablo habían mantenido una relación “más o menos intermitente” dado que ella residía en Vigo y él se había ido a Argentina por trabajo. Cuando la joven desapareció “el noviazgo como tal” ya “no estaba vigente”, pero “no habían roto totalmente el contacto”. Ese 30 de abril de 2002 él telefoneó a Déborah a las 14.07 horas. La llamada duró 48 segundos.
La joven “tenía intención” de verse con Pablo
“Déborah tenía pensado verse con Pablo la tarde de su desaparición”, reza el auto. A su profesora del centro Aula D en el casco urbano de Vigo, donde estudiaba diseño gráfico, le dijo que se marchaba “para ponerse guapa y depilarse” porque “había quedado con su novio”. Una conocida con la que se topó por la calle declaró que le dijo: “Me voy a hacer la cera que viene mi novio de Argentina”. Ya en la peluquería de la avenida Atlántida de Alcabre, misma calle que la de su domicilio familiar, recibió la llamada de su ex. Hasta aquí las certezas. Pablo negó haber visto aquel día a la joven y la jueza concluye que no se puede afirmar, “ni siquiera indiciariamente”, que estuvo con ella la noche de su desaparición.
El último paseo de Déborah la tarde de su desaparición
Tras ir a la peluquería, Déborah fue a su casa. Comió y allí estuvo hasta avanzada la tarde. A una de sus hermanas le habló sobre la conversación que había tenido con Pablo y después se acostó. La vieron “un poco triste”. Antes de las 19.30 salió hacia Samil. Estuvo con una de sus primas y sobre las 20.45 horas “fue vista” en la “curva del matadero” de Alcabre ya de vuelta a su domicilio.
La nueva pieza del recorrido: el videoclub de Coruxo
Una de las razones por las que en 2019 se reabrió el caso fue el hallazgo de dos testigos, por parte de la familia de Déborah, que dieron un nuevo dato sobre el sitio donde la joven habría sido vista por última vez. La empleada y la dueña de un videoclub de Coruxo. La primera declaró “recordar perfectamente” que aquel 30 de abril, entre 20.45 y 21.00 horas, Déborah fue allí y alquiló la película “Amelie”. Entró “sola” y no vio “si alguien la esperaba fuera o si se fue en coche o andando”. “Sorprende que conste en la [anterior] investigación policial una reseña que evidencia que la policía fue al videoclub y no consta que se les informara de que Déborah había alquilado esa película”, expone la jueza.
Ni una sola pista más hasta el hallazgo del cadáver
Tras la referencia a videoclub “lo siguiente que se conoce” es que el cadáver desnudo de la joven fue hallado diez días después en O Rosal, a 40 kilómetros de Vigo. Lo ocurrido desde que la vieron por última vez hasta ese 10 de mayo seguirá rodeado de misterio. El auto judicial no hace ni una solo referencia a cuál pudo ser la causa de la muerte. La autopsia de 2002 dejó abierta la doble hipótesis de muerte súbita o por asfixia. Un forense privado que compareció en esta nueva fase declaró que fue un homicidio.
El trayecto del exnovio y el partido de fútbol
En sus diferentes declaraciones el que fue el único investigado de esta causa dijo que la tarde del 30 de abril fue al gimnasio en el centro de Vigo y que después condujo hasta el Club de Campo, a donde llegó pasadas las 21.00 horas. En 2002 afirmó que no pasó por Alcabre y en 2006 señaló que “es posible” que hiciese ese itinerario. La jueza ve acreditado que Pablo jugó el partido de fútbol que hubo entre las 21.00 y las 22.00 horas en el citado club. Sus amigos manifestaron que llegó unos minutos tarde y participó en el encuentro.
Las contradicciones y la caja de langostinos
Lo declarado por el exnovio, sus padres y diversos testigos sobre los acontecimientos de la noche en que desapareció Déborah y los del día siguiente, cuando empezaron a buscarla, evidencia las múltiples contradicciones de la causa. La jueza considera que afectan a “aspectos accesorios” de lo ocurrido. Cita también el episodio del “mal olor” que se “detectó” en el coche de Pablo. Un policía declaró que el joven le dijo que se había dejado olvidada una caja de langostinos. Pablo aseguró no recordar dicho episodio. “La única forma” de acreditar la realidad de lo sucedido “era realizar una inspección del vehículo por el agente en aquel momento”. “Ningun vestigio fue encontrado posteriormente –en una inspección hecha años después en 2010– por lo que ninguna deducción puede inferirse de dicho mal olor”, concluye la magistrada.
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