Igual que los grandes centros industriales tradicionales como Barcelona, Bilbao, Valencia o Asturias surgieron en torno a centrales energéticas y materias primas como el carbón o el petróleo y donde había un puerto; el auge de las renovables amaga con generar el mismo proceso en torno a la llamada España Vaciada, donde se encuentran la gran mayoría de los paneles solares y aerogeneradores instalados en el país. Se anticipa, así, un cambio en el mapa industrial que podrá derivar en un reparto más equilibrado de la riqueza que genera esta actividad o en un intercambio de influencias.
«Es evidente que hay un nuevo escenario energético y al mismo tiempo se está produciendo una revolución tecnológica y digital y una transformación en torno a la sostenibilidad. Siempre que esto ocurre hay un nuevo reparto de cartas. Y en este caso España tiene una oportunidad objetiva de desarrollo industrial como nunca antes”, afirma el director general de la Escuela de Organización Industrial (EOI), José Bayón.
El momento coincide, además, con que tras la pandemia «Europa y Estados Unidos se dan cuenta de la importancia de la autonomía estratégica» y deciden iniciar un proceso de «reconcentración de actividades en los países occidentales», explica el titular del departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences de Esade, Xavier Ferràs. “Por eso asistimos a esta reindustrialización, tanto más urgente cuanto más estratégicos son los sectores afectados (datos, inteligencia artificial, semiconductores, baterías eléctricas…)”, agrega.
Los anuncios han empezado ya, aunque a cuentagotas. Amazon prometió en mayo una inversión de 15.700 millones de euros en centros de datos en Aragón (en los municipios de Huesca, Villanueva del Gállego, El Burgo de Ebro y Zaragoza), después de que Microsoft hiciese lo propio unos meses antes. La china Enivisión prevé montar una fábrica de baterías en Navalmoral de la Mata (Cáceres) y, muy cerca, en Trujillo (Cáceres) se planea instalar una fábrica de diamantes.
Los tres ejemplos coinciden en situarse en dos de las cinco comunidades -Aragón, Extremadura, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Galicia- que acumulan el 68% de la producción renovable de todo el país (134.604 GWh), tras multiplicar por cuatro su potencia instalada de energía limpia en los últimos veinte años.
La mayoría de expertos consultados creen que la ubicación de las renovables no marcará la diferencia entre regiones y “las comunidades que hayan arrastrado los pies en la transición energética se verán beneficiadas también de ese proceso” de reindustrialización al calor de la energía limpia, como defiende el director de Transición Ecológica de la consultora BeBartlet, Alejandro Labanda. Pero también hay quien, como Xavier Ferràs, advierte de que “los viejos líderes no pueden dormirse en los laureles, o serán superados por otras regiones con políticas industriales y energéticas competitivas y eficientes”.
Energía ‘verde’ y barata
La decisión de abrir nueva industria en una localización u otra depende de varios factores. Pero en el caso de la nueva industria digital, el coste de la energía es uno de los más importantes. «Los centros de datos buscan energía renovable -cualquier empresa que quiere crecer, tener financiación y una buena reputación tiene que ser neutra en emisiones fósiles-, abundante y barata«, explica el director ejecutivo de la asociación de centros de datos Spain Dc, Manolo Giménez.
A priori, la concentración renovable en determinadas regiones favorece a todo el país porque rebaja el precio de la luz de forma uniforme para todos los consumidores. Y así lo constata Giménez, que afirma que «el atractivo que tiene España está en el país, no en unas comunidades u otras». Si bien las autonomías con mucha energía limpia pueden resultar más interesantes al favorecer el autoconsumo, reconoce el socio responsable de sectores regulados y análisis económico en EY Consulting, Antonio Hernández.
“Un PPA físico (contratos de compra venta de energía conocidos como por las siglas en inglés de ‘Power Purchase Agreement’) permite a una empresa asegurar precios de energía más estables y predecibles a largo plazo, y aunque las industrias también puedan firmar este tipo de contratos virtuales con una comercializadora, el hecho de estar localizados en la misma zona donde está el parque generador permite en diversos casos aprovechar el autoconsumo por línea interna, lo cual favorece la descarbonización y la reducción de costes”, explica Hernández.
Facilidades administrativas
Otra cuestión fundamental es la apuesta de las comunidades por agilizar la tramitación administrativa, que fue lo que decantó la balanza de multinacionales como Amazon y Microsoft por Aragón, junto a la disponibilidad de territorio y la abundancia de energía renovable. “Esto da muchos puntos a la hora de atraer inversión porque los trámites necesarios para instalar un proyecto industrial llevan mucho tiempo”, coincide el presidente de la Asociación de Empresas con Gran consumo de Energía (AEGE), Pedro González. Otra comunidad ágil en la tramitación es la también renovable Castilla-La Mancha.
En el lado contrario, entre los hándicaps de las autonomías con menos energía limpia se encuentran las redes eléctricas, que empiezan a ser una «barrera importante de acceso» para grandes industrias. Un ejemplo es Madrid, uno de los lugares preferidos por los centros de datos por su cercanía con las empresas pero sin apenas producción propia por sus características geográficas. «Hay dudas de si habrá capacidad para toda la demanda que se requiere», reconoce González. «El gran problema de Catalunya es que no hay puntos de acceso a la red, solo hay cerca de las ciudades, lo que crea rechazo social y son solares más costosos», explica el profesor de Dirección Estratégica del IESE, Massimo Maoret. En este caso el problema es del Gobierno central, quien debe asignar nuevos accesos.
Logística y cadena de suministro
En el caso de la industria manufacturera hay otras dos cuestiones que ganan peso a la hora de elegir dónde ubicar un proyecto como son la logística -cuál es la capacidad de exportación de un producto porque la industria compite internacionalmente- y las cadenas de suministro -para localizar en su entorno a los proveedores-. Y en este caso las autonomías más industrializadas cuentan con toda esa infraestructura, lo cual supone una ventaja evidente, como demuestra la gigafactoría anunciada por Volkswagen en Sagunto (Valencia), cerca del puerto y bien conectada con las plantas de Martorell (Seat) y Pamplona (Volkswagen).
“Para producir coches estar cerca de las costas siempre será una ventaja, pero lugares como Zaragoza, que está conectado por AVE, a dos horas de Barcelona, y produce energía renovable y barata, es un lugar muy atractivo para la nueva industria”, afirma Maoret. «Hay zonas industriales tradicionales como el País Vasco o Asturias que con la siderurgia, el refino y la industria química no tienen tanta dependencia de la parte eléctrica y a medida que consigan pasar del gas natural al hidrógeno no les afectará el cambio. Pero en zonas como Catalunya hay un problema grave porque estamos muy atrás en inversiones renovables«, agrega. «Tiene toda la pinta que Catalunya se convertirá en importadora de electricidad (ahora prácticamente consume lo mismo que produce) tras el cierre de las nucleares (entre 2030 y 2035) y eso requiere construir líneas eléctricas, que llevan tiempo y además tienen un fuerte rechazo social«, concluye Maoret.