Las hembras suelen vivir más que los machos en la mayoría de las especies animales. Parece antiintuitivo, porque, en teoría, las inversiones en reproducción, lactancia y cuidado de las crías, a menudo acortan la longevidad de las madres. Con el objetivo de interpretar esta paradoja, un grupo de científicos ha protagonizado un experimento que ha brindado resultados sorprendentes.
Los investigadores tomaron como «conejillos de indias» a ejemplares de una especie araña saltarina ‘lactante’, Toxeus magnus, que amamanta a sus crías durante una media de 38 días, y compararon las actividades reproductivas en la longevidad de dos sexos.
Descubrieron, por ejemplo, que aunque el aprovisionamiento de ‘leche’ (líquido nutritivo con cuatro veces más proteínas que la leche de vaca) reduce la longevidad de las hembras, las madres que amamantaron y cuidaron a sus crías vivieron más tiempo en comparación con las vírgenes y aquellas que no brindaron atención.
Más conclusiones: la cópula aumentó la longevidad de las hembras, pero no tuvo efectos en los machos, y aunque los dos sexos tienen una duración de desarrollo comparable, la longevidad de las hembras adultas fue 2,1 veces mayor que las de los machos.
El estudio, publicado en ‘iScience’ sugiere que el requisito de tiempo para la dispersión de las crías podría actuar como una fuerza selectiva clave que favorece la extensión de la edad adulta de las hembras, lo que en última instancia generaría hembras más longevas en las especies bajo cuidado materno.
Los autores del estudio, de la Academia de Ciencias de China compararon la longevidad adulta entre las hembras que amamantaron a sus crías y las que no, para probar los efectos generales de las actividades de cuidado materno sobre la longevidad materna.
Diferentes roles sexuales
Hallaron que el cuidado de la descendencia prolonga la longevidad materna. Las hembras que cuidan a sus crías viven mucho más que aquellas que son solo responsables de proporcionar leche.
A continuación correlacionaron la longevidad reproductiva de las madres de Toxeus magnus con el número de puestas de huevos producidas, el número de crías que alcanzaron la independencia nutricional y el número de estadios adultos, y descubrieron que el número de crías no afecta la longevidad de la madre.
Según los investigadores, la diferencia de roles sexuales en la reproducción puede estar impulsando la evolución de hembras adultas más longevas en Toxeus magnus. La mayor longevidad femenina existe solo en la edad adulta, pero no en el período de desarrollo, ya que no hay diferencias significativas en el tiempo de desarrollo juvenil entre los dos sexos.
El estudio sugiere que la diferencia en el rol sexual en la reproducción (los machos solo participan en el apareamiento, mientras que las hembras también producen y cuidan los huevos y brindan cuidado a largo plazo a las crías) puede ser la fuerza impulsora detrás de la diferencia en la longevidad adulta.
Mientras que los machos de Toxeus magnus pueden morir después del apareamiento, las hembras apareadas requieren tiempo adicional para la gestación, la producción de huevos, el cuidado de estos y la atención materna después de que eclosionan. En promedio, las arañas hembras adultas vivieron 95 días más que los machos adultos, casi tanto tiempo como el que va desde la puesta de los huevos hasta la dispersión de las crías.
«Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que prueba por separado los efectos del suministro nutricional y la atención no nutricional (dos componentes principales del cuidado de la descendencia) en la longevidad femenina «, destaca Chen Zhanqi, coautor del estudio.
Cuidado similar al de los mamíferos
Fueron precisamente estos mismos investigadores quienes, hace seis años, descubrieron que esta especie de araña saltarina, que imita a las hormigas, suministra el líquido nutritivo que bautizaron como ‘leche’ y cuidado parental prolongado similar al de los mamíferos.
Ese aprovisionamiento de leche en Toxeus magnus implica un órgano especializado durante un período prolongado, similar a la lactancia de los mamíferos. Las observaciones bajo el microscopio mostraron gotitas que se escapaban del surco epigástrico de la madre, donde las crías chupaban durante unos 38 días.
Cuando se les impide obtener leche, las arañas recién detienen su desarrollo y mueren en 10 días, lo que demuestra que ese líquido es indispensable para la supervivencia de las crías en la etapa inicial. Además, los investigadores probaron que el cuidado de las madres y el suministro de leche continúan después de 20 días, cuando las crías ya pueden buscar alimento por sí mismas. Las madres siguen manteniendo el nido en todo momento, realizando exuvias de las crías y reparando los daños.
La presencia de la madre más allá de los primeros 20 días juega un papel clave para la supervivencia de las crías y para que estas adquieran un tamaño normal en la etapa adulta, según los resultados de la investigación.
Otro resultado sorprendente fue que aunque aparentemente las madres trataban a todos los juveniles por igual, sólo a las hijas se les permite regresar al nido de reproducción después de la madurez sexual. Los hijos adultos son atacados si intentan regresar. «Esto puede reducir la depresión endogámica», según los autores.
La investigación demostró que el suministro de nutrientes y el cuidado parental similares a los de los mamíferos para las crías sexualmente maduras también han evolucionado en los invertebrados.
Estudio de referencia: https://www.cell.com/iscience/fulltext/S2589-0042(24)01323-3
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