La nueva y millonaria inversión en el parque de Isabel la Católica, ahora para paliar las fugas de agua que presenta el canal del Molín, que lastra la aportación de agua a las lagunas, provocando problemas de «salubridad», según desveló el propio gobierno local esta semana, deja claro que desde el Ayuntamiento se está encima de las necesidades del parque, punto de encuentro de miles de gijoneses y uno de los símbolos de la ciudad. Pero también arroja una incógnita. ¿Este problema no se sabía antes de que se acometiera el dragado y limpieza de las dos lagunas? ¿Se dieron cuenta al ver aflorar las algas? A falta de explicaciones concretas, cuanto menos, parece que se trata de una licitación que, por olvido o por omisión voluntaria, resultó negligente.

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