Pedro Sánchez tomó al principio de la guerra en Gaza una posición política arriesgada. A las pocas semanas de que Hamás llevara a cabo el peor ataque de Israel de su historia, con al menos 1.154 muertos, los países occidentales primaban el “derecho a la defensa” israelí sobre los bombardeos contra civiles sobre la Franja. Era noviembre, y el presidente español fue el primer líder occidental en criticar las “insoportables muertes” de civiles ante su homólogo Benjamín Netanyahu, o en clamar que el Ejército israelí no estaba respetando el derecho internacional en su ofensiva militar. Unas críticas que siempre acompañaba con la condena de los atentados terroristas de Hamás y la petición de la liberación de los rehenes.
Ahora, los tiempos han cambiado. Al menos 36.000 personas han muerto en Gaza, en su mayoría, niños. 50.000 menores necesitan tratamiento para la hambruna severa que padecen porque Israel no permite la entrada de suficiente alimento, alerta Naciones Unidas. Estados Unidos ha sacado adelante en el Consejo de Seguridad una resolución para pedir un alto el fuego. Joe Biden sugiere que Netanyahu prolonga la guerra por su supervivencia política y Berlín carga contra los bombardeos israelíes que “calcinan a personas en sus tiendas de campaña”.
Desde Moncloa transmiten euforia. Aseguran que la posición que ha mantenido España en estos meses de guerra en Gaza (condena de Hamás y sus atentados, petición de alto el fuego incondicional, críticas a Israel por los excesos de su ofensiva e impulso del Estado palestino para promover la difunta solución de dos Estados) no solo es ahora mayoritaria, sino que está reportando claros réditos diplomáticos con los países árabes e islámicos. Una de las fuentes consultadas se atreve a decir que incluso entre los países occidentales: Estados Unidos no ha afeado públicamente ninguno de los pasos dados por España, ya sea el reconocimiento de Palestina como Estado o la implicación en la causa sudafricana contra Israel en La Haya. Y muchos de los países occidentales ya votan a favor de Palestina en la ONU, o han adoptado el tono de críticas a las posibles violaciones de las leyes de la guerra por parte de Israel. Los laboristas británicos prometen reconocer el Estado de Palestina si ganan las elecciones. En Francia, el Nuevo Frente Popular de izquierdas ya lo lleva en su programa.
“Los réditos que puede obtener España de su posición sobre Gaza no son solo mérito de España, sino demérito de los demás: las posiciones de otros grandes Estados en la UE, o de países occidentales, serviles con Israel, han dejado un espacio diplomático disponible que nuestro país no tendría de otra forma”, opina para este diario Eduard Soler, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Ahora España puede jugar un papel de interlocutor preferente con los países arabo-islámicos dentro de la Unión Europea, por ejemplo en una eventual conferencia de paz”.
Para Soler, el riesgo principal de la posición española reside en cómo de dura será la represalia israelí a medio o largo plazo, y si consigue alinear en esa respuesta a países aliados como Estados Unidos o Alemania.
La diplomacia española ha tratado de navegar esa situación sin irritar a Washington ni a Berlín. José Manuel Albares fue a ver a su homólogo Antony Blinken y le habló del reconocimiento de Palestina. Pero en todo momento añadió que también pide a los países árabes que reconozcan a Israel, porque se trata, dice, de conseguir implementar la solución de dos Estados en paz y seguridad, reconocidos por el resto del mundo.
Represalias israelíes
El precio a pagar ha sido el alejamiento del Gobierno de Benjamín Netanyahu y las represalias diplomáticas: la llamada a consultas de su embajadora en Madrid y las limitaciones al Consulado General de España en Jerusalén. Por el momento, los contratos clave de compra de armas no han sido cancelados. España adquiere a Israel material militar para al menos cinco programas de Defensa: adquisición de misiles anticarro y antibúnker, lanzacohetes de largo alcance, radios de combate, guías láser para cazas y software de Inteligencia Artificial. El comercio bilateral de bienes con el país fue de 2.960 millones de euros en 2023.
Esta cifra de negocio queda eclipsada con la que hay con países árabes e islámicos de la vecindad sur o de Oriente Próximo. Con Marruecos, 21.177 millones de comercio bilateral; Turquía, 17.866 millones; Argelia, 6.755; Arabia Saudí, 5.980; Egipto, 3.016; Túnez, 1.632… España es además, un destino inversor de grandes fondos soberanos como los de Qatar o Arabia Saudí, países clave en la región. El fondo soberano catarí acaba de anunciar que aumentará sus inversiones en España en 5.000 millones de dólares
Agradecimientos a Sánchez
Este jueves, España y Turquía celebraron su octava Reunión de Alto Nivel en Madrid. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, anunció que quiere construir una nueva versión de portaaviones con el diseño español de Navantia, y explorar la cooperación en el desarrollo de aeronaves militares no tripuladas aéreas y submarinos.
Lo dijo durante una rueda de prensa en Moncloa en la que buena parte de las preguntas de los periodistas turcos fueron sobre el reconocimiento español de Palestina como Estado y las críticas a Israel. Para Erdogan, Sánchez ha contribuido a movilizar la conciencia mundial contra las “atrocidades” en Gaza y ha mantenido una posición “resistente” de “escucha de la voz de los oprimidos”. Un ejemplo, ha dicho, frente a la “preocupante” posición de Estados Unidos, aliado de Turquía en la OTAN.
Estas palabras del presidente turco son muy similares a las que han ido pronunciando otros líderes de países árabes y musulmanes. El rey Abdalah de Jordania ha agradecido a Sánchez el apoyo de España a los esfuerzos de paz y su “papel de liderazgo” en la respuesta humanitaria en la Franja de Gaza. El Gobierno iraquí ha loado al presidente por su “valentía” en su posición respecto al conflicto. El presidente palestino, Mahmoud Abbas, ha “aplaudido” también la “postura valiente” del presidente español. La Liga Árabe, formada por 22 Estados, ha agradecido el reconocimiento de Palestina liderado por España con Irlanda, Noruega y Eslovenia. El egipcio Abdelfatah El-Sisi ha pedido que otros países se sumen a la iniciativa.
Vuelta a la posición histórica
En realidad, la buena sintonía diplomática de España con los países del mundo árabe y musulmán no es nueva. Son la “vecindad sur” de nuestro país. Una fuente de problemas (sobre todo por el Sáhara Occidental y el conflicto entre Argelia y Marruecos o los flujos migratorios), pero también de negocio e inversión. Las buenas conexiones de la Casa Real española con las monarquías árabes, en especial del rey emérito Juan Carlos I, engrasaron acuerdos clave, como el megaproyecto del Ave a la Meca. Ahora se están produciendo grandes movimientos de inversión, como la compra de parte de Telefónica por el fondo soberano saudí.
“Se trata de una vuelta a la normalidad. La tradición de la política exterior española es tener relaciones cálidas con los países árabes y musulmanes ya desde Franco, que quería salir del aislamiento internacional y conseguir apoyos en Naciones Unidas”, opina Soler. “Hasta el presidente José María Aznar era muy distinto de lo que vemos hoy. Habló en la Liga Árabe en Beirut en 2002, se reunía con Yaser Arafat, el líder libio Muamar el Gadafi le regaló en 2003 un caballo durante una visita a Trípoli…”
El entonces líder popular llegó a inaugurar un aeropuerto en Gaza pagado en buena parte con dinero español, que luego fue bombardeado por Israel y que ha sido dinamitado por completo en esta nueva ofensiva sobre la Franja. Una política muy similar la llevó antes Felipe González en los años noventa, que llegó a ser anfitrión de una cumbre clave por la paz en Oriente Próximo en Madrid, en 1991.
Pero luego llegó la guerra de Irak, en 2003. Aznar decidió fomentar la relación con Estados Unidos y apoyó la invasión que lanzó George W. Bush con el falso pretexto de que había armas de destrucción masiva. Las relaciones de España con los países árabes y musulmanes se resintieron hasta que José Luis Rodríguez Zapatero retiró las tropas de Irak y lanzó la Alianza de Civilizaciones.