En el año 2010 Novak Djokovic ya estaba consolidado como uno de los mejores tenistas del mundo. Pero ‘solo’ había ganado un Grand Slam (el Australian Open de 2008), y parecía que, pese a su gran nivel de juego, estaba un escalón por detrás de Federer y Nadal, los dos grandes dominadores del circuito. Pero ese año, cuando el jugador serbio se preparaba para jugar una eliminatoria de Copa Davis contra Croacia, conoció al nutricionista que, según él mismo ha reconocido, le cambio la vida: el doctor Igor Cetojevic.
Cetojevic estaba convencido de que los problemas físicos de Djokovic y su dificultad para aguantar los partidos más largos se debían a que el jugador tenía una intolerancia alimentaria. Por eso le propuso cambiar su dieta y dejar de lado el gluten y la lactosa. El jugador quedó maravillado con el método del nutricionista, basado en el holismo y en medicinas tradicionales como la china. Así que aceptó.
El cambio de alimentación vino acompañado también de un cambio de mentalidad, porque Cetojevic inspiró a Novak a trabajar en su lado espiritual, que a la larga se convirtió en otro de los pilares del tenista. A día de hoy todos sabemos de su fe ciega en la meditación, la telepatía y la telequinesis. Algo que, entre otras cosas, le ha llevado en los últimos años a rechazar las vacunas del Covid-19.
Un año después, en 2011, Djokovic cumplió 24 años, una edad de madurez para cualquier tenista. Y su juego explotó. Esa temporada ganó diez títulos, entre ellos tres Grand Slam (todos menos Roland Garros) y llegó por primera vez al número uno del ránking ATP. Federer y Nadal ya no estaban solos, y lo comprobaron rápido. El balance del suizo contra el serbio esa temporada fue de cuatro derrotas y una victoria. El del español, de seis derrotas en seis partidos, todas ellas en finales. Había nacido el Big Three del tenis.
Djokovic siempre ha atribuido gran parte de ese brutal salto de nivel al trabajo de Cetojevic. «De repente había un factor X, un cambio en mi dieta que permitía a mi cuerpo rendir como debía», escribió el serbio en 2014 en su libro Serve to Win. Desde entonces sus éxitos no han dejado de crecer, acumulando 428 semanas como número uno, 24 Grand Slams y 98 títulos en total. Y por el camino apenas ha tenido lesiones y problemas físicos.
No es el único deportista de élite que ha decidido renunciar al gluten. Carlos Alcaraz, actual campeón de Roland Garros y Wimbledon, decidió dar el paso hace poco más de año por indicación de Juanjo Moreno, su fisioterapeuta. Dani Carvajal, jugador del Real Madrid, hizo lo mismo hace un par de temporadas. Y también parece contento con el cambio. «Eliminé el gluten de mi dieta completamente porque me produce inflamación en los músculos, y desde que he dejado de tomarlo ha cambiado todo. He tenido menos lesiones», aseguró en un programa de Universo Valdano.
La gran pregunta es, por tanto, si todos deberíamos hacer lo mismo. «Voy a ser lo más claro que puedo: no hay ninguna razón para que aquellas personas no celíacas eliminen el gluten de su dieta. No hay base científica, ni datos, ni hechos sólidos que lo respalde. La enfermedad celíaca tiene base genética, se transmite normalmente de padres a hijos. Ellos no pueden tomar gluten y no hay vuelta de hoja. Para todos los demás, no hay ninguna razón. Es solo una moda», resume Eduardo Arranz, catedrático de Inmunología en la Universidad de Valladolid.
El experto explica que tampoco tiene «ningún sentido» este cambio de dieta para buscar mejorar el rendimiento deportivo. Y apunta que, seguramente, Alcaraz se haya inspirado en Djokovic, que se muestra convencido de la eficacia de su método. Ahora la pregunta es por qué muchos deportistas piensan lo mismo que el serbio. «Mi opinión es que cuando te preocupas por no tomar gluten lo que estas haciendo también es controlar más tus hábitos alimentarios. Al final miran cada cosa que comen, y seguramente están dejando de tomar todo lo que no sea beneficioso. Pero muchas veces la mejora se atribuye al gluten, cuando no hay evidencias de que tenga nada que ver», desliza Arranz.
«La información que nos ha llegado es que el trigo en los últimos tiempos ha evolucionado genéticamente y provoca un poco más de inflamación en los intestinos y en el estómago durante la digestión, aunque normalmente no lo notemos. Quizás lo que esté pasando es que los deportistas de alto rendimiento, consultando a sus nutricionistas, han visto que les están sentando un poquito mal estas inflamaciones, que normalmente no son perceptibles», opina Aarón Santana, presidente de la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE).
No obstante, Santana considera que todo esto perjudica a los enfermos de verdad: «Ya nos ha afectado, lo llevamos sufriendo un tiempo. Desde hace dos o tres años, cuando empezaron a saltar noticias de que algún famoso había dejado de tomar gluten para adelgazar, se empezó a banalizar nuestra enfermedad. Ha habido incluso ciertos comentarios que pueden ser hasta despectivos. Por eso hay que tratar tema con seriedad. Si alguien quiere dejar de tomar gluten lo respetamos absolutamente, y lo podemos llegar a entender. Pero siempre diferenciando, porque para nosotros no es ninguna moda ni lo necesitamos para un mayor rendimiento deportivo. Nosotros tenemos una enfermedad crónica, de por vida».
El origen de esta «moda»
Arranz relata que el gluten es un componente presente en las harinas, sobre todo en las de trigo, cebada, centeno y avena. Y detalla que es una proteína «muy especial», bastante única en la naturaleza a pesar de no tener un «gran valor nutricional». El problema es que el sistema inmunitario de los celíacos reacciona a ella de manera agresiva, como si fuera un microorganismo dañino o una bacteria.
«La forma de diagnosticar la enfermedad celíaca es muy clara: se miran los anticuerpos de la sangre, se hace una biopsia intestinal, se mira si la genética es compatible… Los que padecen esa enfermedad tienen el problema de que cuando toman gluten se les inflama el intestino, y no pueden absorber los nutrientes de los alimentos. Es un mecanismo que yo mismo llevo toda la vida estudiando», detalla Arranz.
Pero Djokovic, recordemos, no es celíaco. En teoría es intolerante al gluten. «Cuando hablamos de intolerancia al gluten es otra cosa. Para nosotros es un término muy genérico y muy vago, que preferimos no utilizar porque suele ser gente que relaciona tomar gluten con que se siente mal o le duele la tripa. Es más bien un sentimiento que una sensibilidad. Y como el gluten es el sospechoso habitual…», desliza Arranz.
El experto ha detectado que mucha gente trata de autodiagnosticarse a sí misma, convencida de que no puede comer gluten a pesar de no ser celíaca. En esos casos es habitual que el origen de los problemas esté en otros alimentos o en una dieta desequilibrada. Arranz pone un ejemplo: hay muchos vegetales que cuando llegan al intestino fermentan y pueden provocar gases, retener agua y causarnos dolor de tipa.
El problema es que esto ha ido a más. «Hace 20 o 30 años había muy pocas empresas que fabricaran productos sin gluten, porque no se veía un mercado. Al fin y al cabo, la estimación es que solo el 1% de la población es celíaca. Pero en EEUU se empezó a ver que algunas empresas vendrían como si el 20% de la población fuera celíaca. Estas empresas se fueron haciendo cada vez más grandes, y abriendo cada vez más tiendas. Lo único que estaba pasando es que mucha gente se consideraba a sí misma celíaca», sostiene el catedrático.
¿Hay riesgos si dejas de tomar gluten?
Arranz afirma que el problema de renunciar al gluten es empezar a tomar sustitutivos. Los conocidos como productos sin gluten. Primero, porque son más caros. Esto lo sabrán bien las familias con celíacos, que para evitar riesgos deciden que todos llevarán este tipo de dieta. Pero sobre todo porque en muchas ocasiones los fabricantes tratan de llenar ese hueco con otros componentes, que pueden resultar perjudiciales.
«Muchos productos sin gluten llevan más grasas y azúcares que los normales para darle sabor. Por eso los que buscan adelgazar pueden conseguir justo lo contrario. De hecho, hace años se vio que los niños que comían alimentos sin gluten estaban más gordos. Además, esta alimentación puede provocar ciertas deficiencias de algunas vitaminas y de minerales como el cinc, el magnesio o el hierro. Por eso tener estas dietas, incluso si eres celíaco, requiere seguimiento y control profesional», zanja Arranz.