«Era una tarde criminal, bochornosa, muchos rayos y truenos, pero ni una gota de agua». Javier Lorenzo estaba con el tractor juntando pacas en una finca de Sarracín de Aliste cuando vio caer el rayo en el pago Tras el Serrón y, al instante, el humo. Llamó de inmediato a la Junta (Incendios). Se había desatado la tormenta perfecta. El fuego y el viento se encargarían del resto.

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