«Esta votación histórica demuestra que cuando el pueblo vota, el pueblo gana», celebraba Marine Le Pen la amplia victoria de su partido, Agrupación Nacional, en las elecciones europeas del 9 de junio. Sin embargo, ¿realmente conoce el pueblo a la que un día podría ser su líder? ElPlural.com ha podido hablar con un compañero de clase de Le Pen, quien nos ha revelado algunas anécdotas y ha esbozado un claro perfil de la política desde su juventud.

Marion Anne Perrine Le Pen, conocida como Marine Le Pen, nacía en Neuilly-sur-Seine, ciudad en el oeste parisino, en 1968. Es la menor de tres hermanas -Marie-Caroline y Yann-, aunque si hay hay un vínculo familiar que destaca es el fraternal, y es que, la gala es hija del polémico político de ultraderecha Jean-Marie Le Pen. La familia se instaló en el acomodado municipio de Saint-Cloud, a las afueras de París, pero lo cierto es que la niña pudo darse cuenta desde su infancia de la notoriedad de su padre, así como de la crispación que despertaban sus políticas. Con tan solo ocho años, 20 kilos de explosivos asolaron la casa de los Le Pen mientras dormían, haciendo que la fachada volara por los aires, pero sin provocar ningún daño a la familia. El atentado estaba dirigido a Jean-Marie Le Pen, el fundador del partido ultraderechista Agrupación Nacional.

Marine Le Pen estudió en el Lycée Florent Schmitt, situado también en Saint-Cloud. ElPlural.com ha tenido la oportunidad de entrevistar a un compañero de clase de la política, que prefiere no identificarse, por miedo a represalias. A partir de este momento, lo llamaremos Bastian Dubois. Ambos tenían 16 años y se encontraban cursando Première, lo que equivaldría al Primero de Bachillerato Español. «Era uno de los lugares más exclusivos de París, por lo que era un pijerío y un elitismo aquello. Si no eras como ellos ni te miraban, hablando en plata«, apunta. «Le Pen tenía su circulo de amigos, a cada cual más pijo», añade. 

El entrevistado, que nunca perteneció a su grupo de amistades, afirma que «con los que no eran de su círculo», su actitud «era una especie de mezcla entre arrogancia y condescendencia»: «Era como que no te veía«, precisa Bastian. Y es que, según sus palabras, eran jóvenes que llevaban «todas las marcas», evidentemente, de lujo: desde Louis Vouitton hasta Hermès, pasando por Chevignon. Físicamente, recuerda a una joven Marine «guapa, rubia, con labios finos, de complexión ancha y con una nariz pequeña y peculiar». 

Aún quedan en su memoria algunos recuerdos que sucedieron en las aulas de la escuela, conocida actualmente como Lycée Alexandre Dumas. El francés recuerda a la perfección los intensos debates que Le Pen mantenía con el profesor de Lengua, una persona totalmente opuesta a nivel de creencias. «A nivel ideológico no se podían ni ver, a él se le veía el plumero de izquierdas y era gay, algo complejo en esa época». Dubois subraya que a pesar de que «nunca estaban de acuerdo, les encantaba charlar»: «Se enzarzaban en unos debates apasionantes con un deleite… que se olvidaban de nosotros».

A raíz de estos debates que «enchufaban hasta el alumno más pasota», el galo nos hace un perfil de la líder de Agrupación Nacional: «Se le notaba aplomo, un lado pitbull súper educado, pero de tirarse a degollar a nivel de oratoria«. Además, reconoce que Marine Le Pen «no se achantaba ni un poquito». En lo personal, «no sé si por personalidad, pero también por apellido, era la reina del grupo«. Su carácter arrollador hacía que «siempre» fuese el «centro de atención», aunque admite que «no abusaba» de su influencia y que era «muy amiga de sus amigos».

El peso de un apellido

«Esta mujer puede morir por sus ideas y por lo que considera que es verdad o justo», nos cuenta el francés. Algo que demostraba en otra de las clases, la de Historia y Geografía, aunque esta no le gustaba tanto. «Me acuerdo que estudiamos Estados Unidos en una semana y la Unión Soviética en dos meses porque a la profe le encantaba y Le Pen se ponía de los nervios, especialmente cuando la profesora decía aquello de las fronteras armoniosas que la Unión Soviética respetaba, no como Estados Unidos».

Dubois asegura que Le Pen discutía con esta profesora, «pero tenía el punto exacto, que no le podías poner ningún anexo. No te gritaba, te hablaba de manera vehemente pero muy educada, siempre al filo. Y dejaba a la profe KO total, derrotada». El entrevistado desliza que la política «tuvo que sufrir el peso de su apellido», como por ejemplo, con dicha docente, que «fue directamente a por ella» por ser la hija de Jean-Marie Le Pen.

Aunque hace algunos años la relación con su padre se tornó complicada, lo cierto es que vivió toda su juventud junto a él. Al contrario sucedió con su madrePierrette Lalane. Aunque actualmente venden una relación idílica, madre e hija estuvieron separadas durante quince años. La ‘rebelde’ Lalane abandonaba la familia por otro hombre -dejando a sus hijas atrás- en el año 1984 y daba comienzo el tormentoso, mediático y largo divorcio de los Le Pen. 

Mientras que sus tres hijas se quedaban con el líder de ultraderecha, ella pedía una pensión compensatoria. Le Pen se negaba a dársela y realizaba en público unas polémicas declaraciones: «Si necesita dinero, que se ponga a limpiar escaleras«. Y dicho y hecho, aunque no en el sentido que el político pretendía. Pierrette se convertía en la portada de Playboy en el año 1987 posando, de manera provocativa, como una empleada del hogar con un plumero en la mano.

A raíz de aquel acontecimiento, la relación con sus hijas se volvió aún más complicada: «Una madre es un jardín privado, no un basurero público», expresó Marine poco tiempo después. «Imagínate el rebote del padre y las hijas. Se supone que son católicas, con valores tradicionales, que defienden una Francia conservadora y la madre aparece así», dice nuestro entrevistado, quien recuerda como la política aseguró que «no quería volver a saber nunca más» de su madre. 

Su compañero nos apunta que «lo suyo es vocacional». «Lideresa, gran oradora, con mucho aplomo, muy valiente», adjetivos que definían a la joven Marine y que marcaron su carácter actual, aquel con el que lucha por conquistar el Elíseo desde el año 2012

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